¿Trump se derrumba?

Aunque Donald Trump no salió tan golpeado luego del segundo debate presidencial, el video que se hizo público la semana pasada en redes sociales lo ha dejado mal parado.

En este video se aprecia cómo, de manera soez y vulgar, se refiere hacia las mujeres. Creyendo que no estaba siendo grabado, Trump se jactaba de besarlas sin su consentimiento y de poder hacer cualquier cosa con ellas en razón de su fama y fortuna. Esto no solo que ha traído las primeras bajas dentro del partido Republicano sino incluso en las encuestas.

Figuras importantes de su partido, a más de manifestar nuevamente su inconformidad con Trump, han manifestado su decisión de no apoyar su candidatura. Hasta el día de hoy son más de una docena. Entre ellos está Paul Ryan, líder de los republicanos en el Congreso y un referente ideológico e intelectual de esta organización política; John McCain, ex candidato a la presidencia de la República; George W. Bush, ex presidente; entre otros.

A cuatro semanas de los comicios, los cuales tendrán lugar el próximo 8 de noviembre, la distancia entre Hillary Clinton y Donald Trump aumentó en 11 puntos. Un sondeo realizado en días pasados por la cadena NBC da a la candidata demócrata un 46% de intención de voto y al candidato republicano un 35%.

Si en un inicio la situación estaba muy pareja, ahora Clinton ha comenzado a tomar ventaja. Parecería que su afirmación de que Trump no está preparado para presidir los EE.UU. adquiere cada vez más fuerza. No obstante, queda la duda entre ese sector del electorado blanco, religioso, con limitada formación, rural y marginado. Esas clases medias golpeadas por la crisis y que se inclinan por un voto de castigo al sistema y al “establishment”. Esos sectores pobres que en EE.UU. son cerca del 15,6% de la población. Aquellos que viven de modestos subsidios públicos pero que no cuentan con un seguro de salud (el 14,4%).

Estos sectores son los que apoyan mayormente a Trump. Los despreciados por las élites, los desplazados por la globalización y los que ahora se sienten desubicados al vivir en un país cada vez más diverso. Por ello, su discurso populista, misógino y antiinmigración no molesta. Refuerza, al contrario, la adhesión de estos sectores.

De ahí que, en esta carrera desesperada para intentar salvar su campaña, es muy probable que Trump se radicalice, aumente su crudeza e recurra a su lenguaje machista y avallasador, del cual no se ha librado casi ningún colectivo.

El populismo y la demagogia están de moda. Ya se han impuesto en Inglaterra, Alemania, Austria y otros países europeos. Estados Unidos está ante un dilema. Votar por quienes representan los principios y valores fundadores o el racismo, la intolerancia y las bajas pasiones.

Por esta razón, las próximas elecciones no solo servirán para elegir a un nuevo presidente. Serán un plebiscito donde se pondrá en juego el espíritu de una nación.

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