Los ‘commodities’ son bienes indiferenciados. Por ejemplo, el oro es un ‘commodity’ porque compite con su precio únicamente –lo que se pida por una onza de 18 quilates– sin que importe dónde o cómo haya sido producido.
En la orilla opuesta están los bienes diferenciados. En el caso de los relojes finos, por ejemplo, el consumidor está dispuesto a pagar más por aquel artefacto si sabe que fue producido en determinado país o si funciona de cierta manera. Ese reloj puede incluso tener características similares a otros pero, aún así, venderse a múltiplos mayores solo por tener una marca distinguida que le otorgue prestigio a su dueño.
¿Conclusión? Es posible evitar caídas abruptas en los precios de los bienes diferenciados ofreciendo al consumidor más calidad o incluso ganancias psicológicas como la ascendencia social.
En el mercado de ‘commodities’ la situación es diferente: los precios están a merced absoluta de la oferta y la demanda. Si hay sobreoferta, los precios caerán; si, por ventura, la demanda del producto comienza a subir, los precios aumentarán.
Por ser un producto indiferenciado, el petróleo también es un ‘commodity’ y, por tanto, su destino está en manos de compradores y vendedores únicamente. Ningún productor pequeño puede pedir un precio mayor al establecido. De hecho, el productor deberá ofrecer descuentos por su barril de crudo si quiere desprenderse de sus inventarios.
El mercado petrolero tiene otra particularidad: la oferta y la demanda de ese bien son inelásticos al precio. Por ejemplo, si el precio del crudo baja, la oferta de petróleo no caerá automáticamente sino que tardará en ajustarse, simplemente porque la producción en los campos no puede suspenderse de un día para otro. Asimismo, si el precio subiera, la demanda no caería de manera súbita porque las personas tendrían que seguir operando su maquinaria o conduciendo sus automóviles.
Esto hace que las tendencias bajistas –o alcistas– de los precios del crudo sean más prolongadas. El descenso del crudo comenzó a mediados de este año pero solo se hizo evidente a finales de octubre. Por la fuerza que ha tenido aquella caída es difícil de pronosticar hasta qué nivel podría llegar ese precio.
En el caso del WTI, analistas afirman que podría bajar hasta los 40 dólares por barril durante el primer trimestre del próximo año para luego rebotar y estabilizarse en rangos de entre 50 y 55 dólares por barril. Podría haber un incremento algo superior, pero en ningún caso el petróleo recuperará los niveles registrados en años pasados, aseguran esas mismas fuentes.
Depender de un ‘commodity’ es inconveniente porque significa poner un país a merced de un mercado sobre el cual no se tiene influencia alguna.