Volver a la normalidad… ¿A la de vivir amenazados, incluso ante medidas tan racionales e indispensables como la liberación del precio de gasolina y diésel, que la clase media, la que más la habría pagado, la aceptó con decencia?
El presidente Moreno ofreció que parte de ese dinero iría, en fideicomiso, para ayudar a campesinos e indígenas en cuanto necesitaran; que habría una merma de impuestos para sus insumos e incremento del bono, pero los dirigentes no escucharon. Seguiremos permitiendo que las mafias que contrabandean con los combustibles sigan haciendo su agosto, mientras la patria se hunde.
Muchos ecuatorianos tenemos la certeza de que dirigentes disfrazados de indios pobres explotan la ignorancia y debilidad de los suyos. ¿Son los V., los I., inocentes, honrados y honestos como queremos imaginarlos? Aceptar ese tópico histórico de que los indios han sido olvidados, es autoobligarnos a vivir sin cambios, a arrastrar deudas imposibles para un pueblo pobre, a vivir de la demagogia y el oportunismo de unos pocos, que llaman a los más, a redenciones falsas.
Oigamos a V., ese espejo de Correa, que, como él,
insulta, grita y exhorta a las Fuerzas Armadas a tomar el poder, a quitárselo para el patrón. ¿No sufrieron los indios represión y muerte en tiempos del correísmo aciago?
Llama, como Correa, ‘traidor’, al Presidente, sabiendo que cuando Moreno asumió el poder, no lo hizo para servir al ladrón; traición a los ecuatorianos, traición a la Patria habría sido haber tapado su cinismo y esconder la corrupción atroz en que los correístas se holgaron; ante la mesa desvalida que le tocó administrar, reveló la existencia de la mafia correísta. Y ustedes, a estas alturas, trataron de abrir camino al huido ¿así defienden a su pueblo, a su clase, a los ‘suyos’, o suya es solamente la ambición de poder, y de algo más?
Tráguese, señor V., sus miserables insultos. “Patojo de mierda” es usted: lo es de alma; el señor Moreno es más noble, decente y patriota que el monstruo moral para quien usted trabaja y para quien aprovecha a su gente, y provoca el vandalismo atroz que hemos vivido. Moreno no se va, felicitémonos, pero ustedes logran otra vez esa especie de curación, de venda momentánea que todo lo empeora, como es la decisión tomada el domingo, de rever el decreto 883. La población del país es mayoritariamente mestiza: mestizos, indígenas, negros somos esforzados, trabajadores, finos de espíritu, y aspiramos a la paz. ¿Seguiremos sujetos a sus amenazas, al chantaje de volver a los desmanes?
Dejemos de hablar de culpabilidades históricas, demasiadas cosas se esconden bajo eufemismos vanos. Nuestros indios son nuestro pasaporte a la culpa; humillados históricamente, históricamente ‘triunfantes’: ¿no han conseguido lo que buscaban, con sus paros y palos, sin detenerse a averiguar si en realidad lo que buscan les beneficia, o si la alternativa que presentó el Gobierno no hubiera sido más válida, más noble, más actual?