Llegó el momento de votar. Llovía. “El trueno horrendo que en fragor revienta” retumbaba sobre un tramo de la calle Tamayo en Quito y ensordecía al Consejo transitorio y a la Súper de Bancos. Las tortillas españolas del restaurante del señor Chema se estremecían. Las tres instituciones están a un tiro de piedra unas de otras. Era el martes 23 de abril de 2019.
El superintendente de Bancos es el cochero de una carroza de dinero, tirada por cuatro caballos: negro, el de las finanzas públicas; blanco, el de las privadas; caballo y yegua bayos de pelaje amarillento y negro grisáceo, los de las populares y solidarias. “Madre, yo al oro me humillo, / él es mi amante y amado, / pues de puro enamorado / de continuo anda amarillo; / que, pues doblón o sencillo/ hace siempre lo que quiero: / Poderoso caballero / es don Dinero”.
La Superintendencia de Bancos vigila a las demás superintendencias, tiene el ojo puesto en el Instituto de Seguridad Social, cuida de que el sistema de cooperativas camine recto, produzca y no se alce con la plata de los cooperantes. Regula bancos y seguros. ¡Qué poder! ¡Qué peligro de robar! ¡Qué fácil creerse importante y tratar a los mal vestidos y sudorosos a patada limpia! Yo el rey, yo el señor de señores, yo el superintendente de Bancos, de terno impecable, corbata de seda y broches de oro en los puños de una camisa italiana; yo la superintendente de Bancos, de taco alto puntiagudo y vaivén de interesantes movimientos financieros.
La primera candidata para la Súper de Bancos de una terna presentada por el presidente de la República era la financista Ruth Arregui Solano, bruja malvada para un sector de aprovechados banqueros, a quienes el solo nombre de tan gran señora les provocaba urticaria y acidez estomacal. Esta era la falange de ataque desde la trinchera de los estafadores. Ataque de abajo hacia arriba. Pero hubo otra falange de ataque de arriba hacia abajo, desde los drones de familias de banqueros siempre presentes en la Súper de Bancos, no necesariamente corruptos, pero sí acostumbrados a tener la presa entre los dientes, gente fina de la capital, de Guayaquil y de Cuenca, la de tejados rojizos y sauces llorones.
Ataques a la formación de Arregui, falsos por supuesto. Ataques a la integridad moral de la candidata, ataques por una supuesta colaboración con Pedro Delgado, primo de Rafael Correa. Los ataques hicieron mella en el Consejo transitorio, que devolvió la terna al presidente. Este mandó otra, de solo mujeres con la misma Ruth Arregui a la cabeza. El martes 25 de abril, el comisionado Luis Hernández votó por Arregui. Y desde el público Guillermo de la O con estentórea voz gritó ¡Delgado! También votaron por ella Myriam Félix, Pablo Dávila, Eduardo Mendoza. Con un claro y franco No, votó Xavier Zavala. Julio César Trujillo y Luis Macas se abstuvieron. Pasada la tormenta, un arco iris felicitó a Solano Arregui Patricia Ruth.