Para Nelson Serrano, el ecuatoriano condenado a muerte en el Estado de la Florida, el tiempo es una cuestión vital. Se encuentra en el “corredor de la muerte” desde hace dieciséis años; hoy ha cumplido los ochenta y tiene la salud y el ánimo totalmente quebrados. Sin embargo, siempre hay alguien o algo que se empeña en mostrarle una luz allí donde él solo ve tinieblas.
Hace tres años la periodista Janeth Hinostroza estrenó el documental titulado “Nelson Serrano-Soy Inocente”. En esta exhaustiva investigación se demostró que Serrano fue secuestrado en el Ecuador y deportado por autoridades y funcionarios nacionales y de Estados Unidos, violando todos los procesos legales y los derechos fundamentales de la víctima. Pero además, el documental resultó concluyente en cuanto a su inocencia sobre los crímenes de los que se le acusa, pues la periodista demostró la imposibilidad de que Serrano, que se encontraba en la ciudad de Atlanta el día del crimen (hecho probado en el proceso), hubiera podido llegar a Bartow, Florida, para cometer los asesinatos y regresar a Atlanta sin haber dejado jamás un solo registro de su presencia en aeropuertos, carreteras y ni siquiera en las listas de pasajeros de los vuelos de aquel día.
¿Pero, por qué razones se condenó entonces a Serrano a la pena de muerte? Influyó, por ejemplo, la participación del fiscal de distrito en las siguientes elecciones a las que se presentó con el estigma de no haber podido resolver hasta entonces un caso tan impactante para el Estado; y también, cómo no, pesaron en el proceso las cuestiones raciales tan presentes en este tipo de juicios en que los sospechosos resultan ser casi siempre latinos o negros.
Pero además de lo forzado y endeble que es este caso por la ausencia total de pruebas en contra de Serrano, está el hecho del secuestro realizado en Ecuador por autoridades y funcionarios que hasta el día de hoy no han sido juzgados ya que, por decisión de algún funcionario del gobierno anterior, la fiscalía archivó misteriosamente el expediente sin investigar ni sancionar a nadie por un delito cuya revisión hoy resulta esencial para determinar la nulidad de todo lo actuado contra Serrano desde su deportación del Ecuador. Otro dato trascendental: la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en el 2008, determinó que la deportación de Serrano desde Ecuador fue ilegal. ¿Qué se espera entonces para reabrir este proceso?
Finalmente otra luz ha aparecido en el horizonte, pues la Corte Suprema de Justicia de los EE.UU., en decisión de 12 de enero de 2016 (caso Hurst v Florida) concluyó que las cortes de Florida violaron en varios casos (entre ellos el de Nelson Serrano por distintas causales), la Sexta Enmienda, y por tanto, estos casos pueden ser revisados al amparo del nuevo estatuto de sentencia de pena capital que rige en ese Estado. El gobierno ecuatoriano debe impulsar de forma urgente la revisión del proceso de Nelson Serrano. El tiempo apremia.