La primera parte de la obra de Jorge Chalco, desde la década de 1950, se identifica con el realismo maravilloso. En este período, los motivos de la cultura popular del Azuay, tales como, castillos pirotécnicos, personajes enmascarados, globos inflados con humo, espadañas, vacas locas son frecuentes en las obras. Este material temático se expresa con vivos colores: rosa, lila, cárdeno, verde, amarillo, azul, colores que recuerdan la indumentaria festiva del pueblo.
Los antecedentes ecuatorianos del arte de Chalco, de este largo período, pueden encontrarse en la pintura de Gonzalo Endara Crow y en las obras de un período de Oswaldo Viteri, del primero son muy conocidos los tejados y el tren que vuela, del segundo, también muy conocidos y celebrados son los ensambles con muñecas de trapo.
El realismo maravilloso de Chalco se caracteriza por el color y el tratamiento inusual de las formas.
A partir de 1990 la pintura de Chalco se aleja del tratamiento imitativo de las formas, es decir, no reproducen los objetos de la realidad.
Al comienzo se puede reconocer la figura del espantapájaros, pero los cuadros posteriores sugieren extraños módulos. El dibujo no desaparece, sin embargo, los objetos que Chalco construye no obedecen a ninguna coherencia imitativa.
En varias obras los colores empastelados se proyectan en cielo negros y en espacios undívagos amarillos, verdes o anaranjados. Los críticos encuentran arte abstracto en este período.
La década de 1990 terminó con el colapso económico que provocó la migración de tres millones de ecuatorianos a Estados Unidos y Europa. Jorge Chalco interpretó la crisis mediante un arte expresionista. Pintó personajes llenos de colores que resaltaban sobre fondos de tonos cálidos. Gruesas líneas configuraron rostros horripilantes y distorsionados de individuos ávidos de dinero y que representaban a coyoteros y banqueros corruptos.
En la misma línea del expresionismo, pero en tendencia geométrica aparecen las pinturas de la serie “Imágenes Profundas”, del año 2005. Un proceso de interiorización del artista se manifiesta en geometrías distorsionadas, como si se las hubiese pintado en las aletas de aparatos helicoidales movidos a gran velocidad.
Desde 2015 se inicia otra etapa en la trayectoria plástica de Chalco. El motivo es la naturaleza de Yasuní. El estilo es un primitivismo idealizado.
Ocurre el achicamiento de la figura humana en el políptico “Amazonas Mágico” o en el extraño “El súper árbol macho del bosque” que muestra un pequeño mono con la cabeza del pintor. Los cuadros de este período son fiestas de colores que no existen en la naturaleza.
La obra del pintor cuencano es una larga trayectoria que no cesa y explicarla es apenas vislumbrarla con la luz que irradian los matices y tonos sorprendentes de sus cuadros.