Como si no hubiéramos visto ya todo lo que un gobierno autoritario y enfermo por los casos de corrupción puede producir, nos toca ver ahora lo que faltaba, que la secretaria destituya al presidente. En efecto, la Secretaria Ejecutiva de Alianza País y un grupo de “compañeros” han decidido destituir al Presidente del movimiento, como si fuera un club de su propiedad, como si no hubiera sido la Convención del movimiento quien le designó para mandarles a los que ahora cuestionan el mando.
Un columnista español nos ha recordado que a Diógenes, cuando fue vendido, le preguntaron qué sabía hacer y contestó: “Mandar. Pregunta quién quiere comprar un amo”. Los de ahora, claro, no llegan a la estatura de Diógenes; son lo contrario, estos cuestionan a Moreno porque no sabe mandar, lo que quieren es volver a tener amo. Uno de ellos ya lamentó que con el Presidente anterior esto no hubiera pasado; otra prefirió al que le impuso un mes de silencio por pensar diferente; otra dice que les han echado del gobierno; otros dos ya estuvieron con ambos porque pasaron de uno a otro y traicionaron a ambos.
Un Presidente que dialoga, que pregunta al pueblo, que no quiere quedarse para siempre; no es líder para ellos. Por eso han pedido que vuelva el jefe y se ilusionan con su retorno.
Ya saben que la mayoría se ha dividido en dos, entre los que buscan líder y los que buscan jefe.
Ya no podrán continuar, valiéndose de la mayoría, de guardianes de la corrupción. Están huyendo hacia adelante, tratando de ensuciar lo que ven como inevitable, que el partido se adhiera a la propuesta del presidente Moreno, apoye la consulta y el pueblo diga Sí.
Están apiñados en torno al Vicepresidente, que pasa vacaciones en la cárcel, y no quieren que haya un juicio político porque sería destituido y no tendría sentido dilatar el desenlace con las tinterilladas de que acusa el fiscal al abogado de Glas. Si no puede haber muerte cruzada porque ya no hay mayoría, ni hay sustituto para librarse de Moreno; todo está perdido y solo quedaba esta postrimera acción desesperada.
Se juegan como última carta la posibilidad del retorno del jefe, ya le han llamado y, según dicen, les ha ofrecido llegar en algunas semanas.
Es como poner al Mío Cid en el frente de batalla, atado al caballo. Ya fue derrotado, ya no les puede dar más victorias. Bueno sería que vuelva. Que sea citado por el Fiscal para que ayude a esclarecer la ruta del dinero de la corrupción y ayude a buscar en ambos bandos de Alianza País, a los corruptos.
El fanatismo correísta ha roto en dos al movimiento político Alianza País; le han facilitado la tarea a Lenín Moreno. La esperanza de la reconciliación era un peligro, empollar otro partido a la sombra del poder es otro peligro. Lo que le pide la historia a Lenín Moreno es el liderazgo de un estadista que gobierne para todos y para el futuro.