Se acaban de cumplir solo 30 días con Lenín Moreno en el poder y ya se ha hecho, dicho y especulado sobre su corta gestión como si fuera un año. Algunas reflexiones. Da la impresión de que, con tantos llamamientos al diálogo y algunas acciones, el gobierno ha logrado, por lo pronto, bajar las tensiones tan crispadas después de las elecciones y tomar la iniciativa.
Moreno ha escogido para el diálogo a los sectores con los que mayor confrontación tuvo su antecesor: periodistas, banqueros, empresarios y hasta adversarios políticos. Se conoce que los encuentros fueron cordiales y propositivos. Diálogo no ha faltado, lo cual es positivo.
El discurso conciliador del Presidente y decisiones simples pero significativas ha alcanzado reconocimientos. Ejemplos: resolver el problema con la Universidad Andina, indultar a varios dirigentes indígenas –y es de esperar que pronto sean todos-, reducir su aparato de seguridad y ratificar la confianza en las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional para la suya propia, han marcado la diferencia. Resultado: incremento del apoyo a su gestión (así lo dicen las encuestas), acercamiento a sectores innecesariamente maltratados y descolocar a la oposición.
Es bastante en un entorno tan hostil pero aún quedan los tres temas mayores. El primero, el económico, acerca del cual no hay anuncios precisos de lo que va a hacer y el tiempo apremia. El falso oxígeno de los bonos no da para mucho más. Debe apresurarse en anunciar y tomar medidas de fondo, pragmáticas aunque duras, ahora que la luna de miel está en un pico alto.
El segundo es la corrupción que socava las bases políticas y sociales y que debe acometer sin contemplaciones. Exacerba al Ecuador entero. El Frente Anticorrupción parecería que fue un paso en falso pero Moreno puede atacar con firmeza y sin dilaciones, desde el poder que ejerce, con acciones concretas. Tiene herramientas legales para ello y probables involucrados muy cerca…
El tercero está en el campo político donde, paradójicamente, muchos de los obstáculos vienen de su propio campo. Ha generado fricciones con el correísmo puro y duro y esto le ha granjeado dificultades en Alianza País. Su distanciamiento de Correa es claro a pesar de las fotos. La oposición está desubicada y lo único que le une es la lucha contra la corrupción.
Es tan grande la expectativa de que termine la década correísta que se espera mucho del Presidente y pronto. Hay demanda de acciones en la raíz de los problemas más complejos. Puede hacerlo con el respaldo popular que ha conseguido.
Si, no hay duda de que Moreno, hasta aquí, a pesar de los condicionamientos que le limitan, se ha ganado el beneficio de la duda que hasta hace poco no parecía tenerlo.