El diálogo promovido por el Presidente para buscar solución a los graves problemas que afronta el país y su radical condena a la corrupción, han elevado su popularidad del 50 al 80%. Para preservar esta confianza deberá extirpar la corrupción enquistada en la administración que heredó. Formidable tarea, a la que debemos coadyuvar para que el Ecuador tenga una salida digna de la crisis. Pero, esto será imposible si no se deshace de los que creen que para lograr la justicia social no importa pisotear la libertad y la dignidad. Debe convencerse que nada positivo puede esperar de quienes apoyan al totalitarismo que oprime a Venezuela, ni de aquellos que blindan el despilfarro y saqueo de la mayor riqueza de la historia nacional y justifican la deuda que el país deberá pagar a plazos cortos y altísimos intereses. Además, nada positivo puede esperar de los que han atentado contra la independencia de las Funciones, degradando nobles atributos de la justicia y de la creación de las leyes, y menos aún de los que prostituyeron la Contraloría. No cabe esperar que quienes creyeron de buena fe en la revolución ciudadana y aportaron su trabajo honesto al anterior gobierno, puedan sentir fidelidad por aquellos que los traicionaron. ¡Las coimas ciegan y callan a los corruptos, multiplicando el costo de las obras y degradando su calidad!
El Presidente debe continuar su obra social; desligarse de elementos desacreditados y dudosos; transparentar la situación económica que ha recibido y asumir de inmediato los correctivos para evitar que aumente el empobrecimiento nacional. Coherente con esas medidas, antes de referirse a las ventajas de las obras del anterior gobierno, a ponderarlas, a la luz de las graves deficiencias que presentan como consecuencia de la improvisación, irresponsabilidad y ansias de poder y gloria de su antecesor. ¡La ciudadanía sabe que un gobierno honesto habría hecho una obra de mayor magnitud y trascendencia!
Frente a los que glorifican al responsable del descalabro, la oposición necesita unirse sin mezquindades para la inmediata convocatoria de una consulta popular, consensuada, que derruya el andamiaje totalitario del socialismo del siglo XXI y evite que el Ecuador caiga en la tragedia venezolana. Deberá mantenerse unida en la restauración democrática porque fragmentada correrá el riesgo de que los partidarios de Correa, no obstante la debacle del gobierno que integraron, consigan mayoría. Es hora de unirse, mañana será demasiado tarde. Se requiere la inmediata formación de un frente de unidad nacional que integre a todas las organizaciones de oposición con el objeto de restaurar de la democracia y la erradicación definitiva del caudillismo mesiánico y demagógico que tanto daño ha causado. En cuanto a aquellos que persisten en promover ideologías totalitarias, deben convencerse que los ecuatorianos jamás permitiremos que nos arrebaten la libertad.
Columnista invitado