El Gobierno y el correísmo niegan que sea verdad un acuerdo que permitió la aprobación de la reforma tributaria por ministerio de la ley. Si aceptamos que no hay el pacto, tendríamos que concluir que todo fue producto de la ignorancia de los correístas y la suerte del Gobierno. Los 46 asambleístas del populismo que ahora se retuercen en explicaciones, no conocían el reglamento legislativo, no advirtieron que al abstenerse habilitaban la aprobación y actuaban en contra de sus juramentos de que no aprobarían impuestos, que no le harían el juego a la derecha -porque se creen progresistas e izquierdistas- y no entendieron que debían votar la ley, no los informes de la comisión. En suma, lo que dicen es que aprobaron la ley enviada por el Ejecutivo por ignorancia.
A la ignorancia correísta se suma la suerte del Gobierno. Consiguieron la aprobación de la ley sólo porque no sabían que era imposible. Cuando se sometió a votación el archivo del proyecto había 53 votos de la oposición a los impuestos. Los 46 votos de los correístas decidían si se archiva o se aprueba por ministerio de la ley y ellos decidieron que se apruebe, sumando su abstención a la abstención de los gobiernistas. ¡Qué suerte la del Gobierno que los correístas no entendieran nada!
Parecía imposible conseguir la aprobación de impuestos con 26 votos. Parecía imposible que un Gobierno tan respetable aceptara comprar votos, parecía imposible que un Gobierno tan respetuoso aceptara meter la mano en la justicia. Parecía imposible que pudieran volver al acuerdo con Correa y Nebot, pero sin Nebot; se acumulaban los imposibles hasta que apareció don Maquiavelo, el maestro de hacer posible lo imposible. ¿Quién es el Maquiavelo del Gobierno de Lasso?
El presidente Lasso había dicho que hay que bajar los impuestos, no aprobar más tributos. No importa, Maquiavelo dice: “Un príncipe nunca carece de razones legítimas para romper sus promesas”. Todos piden cosas imposibles para dar el voto. No importa, Maquiavelo dice: “La sabiduría consiste en saber distinguir la naturaleza del problema y en elegir el mal menor”. La muchedumbre puede decepcionarse y convertirse en un peligro. No. Maquiavelo dice: “El vulgo se deja seducir siempre por la apariencia y el éxito”.
Puesto que la victoria tiene mil padres, todos en el Gobierno triunfante se han de creer el Maquiavelo que hizo posible lo imposible. El Gobierno ha ganado mil novecientos millones de dólares, ha ganado en seguridad, ha neutralizado a los adversarios y ha ganado un amigo colosal que le sacará de los apuros, el Fondo Monetario Internacional.
Si fuera verdad lo que dicen los políticos, solo fue la ignorancia de los correístas y la suerte del Gobierno lo que hizo posible la proeza de aprobar más impuestos. Trastocando el poema de Vallejo diremos a la verdad por favor no te mueras, pero la verdad ¡ay! sigue muriendo.