Habrá escuchado usted que un aterrador fantasma recorre el Ecuador, el de la “ideología de género”, que claramente ha venido a pervertir a este país. Al parecer, quienes están detrás de esta ideología tienen algunas ideas absurdas que no se corresponden con las buenas y pías costumbres de los ecuatorianos.
Para empezar, estos infames quieren destruir la familia, que, todos sabemos, es la compuesta por papá, mamá e hijos. Así que, si usted vive solo con su papá, o solo con su mamá, o con sus abuelos, o con sus tíos, o con sus hermanos, usted no tiene una familia, aunque así le hayan hecho creer estos bárbaros. No se diga de esas abominaciones en dónde existen dos papás o dos mamás.
Luego, quieren destruir también el matrimonio, aquella noble institución creada con el único fin de que un hombre y una mujer se unan para procrear y tener hijitos. Así que si usted se casa y no quiere o no puede tener hijos, lo suyo es cualquier cosa menos un matrimonio. Por suerte nuestra constitución es clara al respecto, definiéndolo como la unión de hombre y mujer, no como esas leyes inmorales que lo definen como la unión de dos personas (¡sin importar su sexo!), para establecer y mantener una comunidad de vida e intereses. Habráse visto tanta perdición.
Los defensores de esta ideología le intentarán convencer, primero, de que no se trata de una ideología, sino de teorías que analizan el género entendido como una construcción social de lo que es un hombre y lo que es una mujer y los roles que la sociedad le asigna, más allá de su sexo biológico; y luego, de que estos roles pueden cambiar, dependiendo de la vida que tenga o el lugar en que crezca una persona. De que tal vez, los papeles de las mujeres y los hombres en la sociedad puedan ser diferentes. ¡Incluso de que el feminismo es bueno! ¡Válgame Dios!
Y entonces tal vez usted empiece a dudar de las ideas con las que creció, de esos dogmas “firmes y verídicos”, como las llamaba una “ilustrada” tuitera que me aleccionaba hace unos días, y entonces, quizás incluso se atreva a dudar. Puede que hasta se le ocurra dejar de lado su brújula moral a fin de mirar los hechos científicos y los datos sin prejuicios y abierto a otras interpretaciones. Incluso podría llegar a pensar que la homosexualidad no es una enfermedad y que los LGBTI tienen iguales derechos que nosotros, incluido el de casarse o el de tener una familia.
Pero no se deje convencer, porque la ideología de género lo que busca es destruir la familia y volver gais a nuestros niños, imponiéndonos valores ajenos a fin de cambiar nuestras “firmes y verídicas” convicciones de que la familia son papá, mamá e hijos y que sus roles están bien claros en la sociedad, con un papá que es el sostén de la familia y una mamá que cuida a los hijos, como debe de ser en pleno S XXI.
Columnista Invitado