Reacción en cadena

Donald Trump -mejor conocido en el mundo del comercio internacional como “Tariff Man”- desató la primera ola proteccionista a menos de un año de su mandato. Para enero del 2018, aranceles generales a los paneles solares fueron anunciados, luego fue a los electrodomésticos y siguieron el hierro y el aluminio. Estos dos, significativos porque afectaban directamente a sus aliados más cercanos (Canadá, la Unión Europea, México) y a su propia cadena global de ensamblaje de autos. Y ellos decidieron imponer sanciones también.

No pasaron seis meses y -en medio de una supuesta negociación de un tratado comercial con China- Trump decidió unilateralmente imponer restricciones y aranceles a casi 1.000 productos chinos. Xi Jinping tomó esta medida como uno de los tantos berrinches pasados como estrategias del hombre que dice haber escrito “El Arte del Acuerdo” así que decidió esperar. Pero cuando la administración Trump decidió presentar cargos y demandar la captura y extradición de Meng Wanzhou, la segunda al mando de la mayor corporación global china- apenas dos meses después, la guerra comercial entre estos dos colosos fue formalmente declarada. El arresto ocurrió en Canadá en diciembre del 2018 y China reaccionó con toda la fuerza de nueva superpotencia contra el país que -ellos consideran- se prestó para los juegos de Trump. China paralizó completamente todas las importaciones canadienses de canola y de carne provocando la crisis de estos dos sectores. Detuvo a dos canadienses bajo las mismas acusaciones que pesan contra Meng y los convirtió en su moneda de cambio, mientras engrosa la lista de letales retaliaciones comerciales. No sólo eso, sino que restringió la venta de minerales de tierras raras a todos los países que estaban alineados con Trump, incluyendo Japón y México. Japón -que apenas hace unas semanas lideraba los llamados a defender el orden liberal- acaba de levantar aranceles y prohibiciones a Corea del Sur donde más duele, el exitoso sector de semiconductores. La Unión Europea debate la creación de un impuesto a las grandes corporaciones digitales estadounidenses, a pesar del cabildeo estadounidense contra la medida. Washington amenazó con una guerra comercial contra Europa en caso de que ésta se apruebe con terribles consecuencias.

Esta vez todo parece rodar en cámara lenta, pero la verdad es que el mundo está envuelto en la misma reacción en cadena que provocaron las tarifas Smoot-Hawley en 1930 cuando -en medio de la Gran Depresión- dos senadores estadounidenses lideraron una ley que levantaba tarifas de importación de más de 20.000 productos generando una ola de retaliaciones que sumió al mundo en la miseria por dos décadas. Así como la democracia, la ola proteccionista está ahogando despacio a muchas economías, sin que tengan tiempo de reaccionar y peor aún de unir fuerzas para parar una recesión mundial.

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