Navidad en la crisis

La Navidad es época de alegría y felicidad. En la realidad actual, no lo es tanta, debido a la situación económica que estamos padeciendo, con mayor énfasis aquellas personas de la clase media e ingresos limitados.

Hace 20 años se produjo quiebra bancaria en la que los depositantes perdieron la totalidad, o gran parte de su dinero. De muchos bancos quebrados, no se recibió ni un centavo; de otros, la devolución se hizo en certificados de depósito (CDR) que, para convertirlos a billetes, sufrían descuentos de hasta el 30%.

Como ya es historia, algunos banqueros fueron a la cárcel, cumplieron una condena y …. no pasó nada más. Para personas de la tercera edad, semejante pérdida fue remediable aunque parcialmente toda vez que había actividad rentable en sus negocios y trabajos.

Pronto llegó otro huracán: el populismo encabezado por el Presidente Correa que, bajo la norma de gastar y gastar en contratos y más contratos beneficiosos para ciertos contratistas y autoridades que los concedían, acabó con la posibilidad de que la clase media pueda hacer de la Navidad una época de alegría y de regalos de cierto precio.

A partir de los 65 años y con mayor gravedad entre los 70 y los 80, las alteraciones de la salud aparecen y ya no es posible ahorrar: las medicinas, exámenes de laboratorio, la costosa tomografía entran en uso y “para descartar”, casi siempre hay que someterse a la resonancia magnética, atenciones que cuestan centenares de dólares. Peor, si se torna necesaria alguna intervención quirúrgica.

Cuidar la salud personal y del cónyuge se convierte en primera prioridad y en inversión inevitable. ¿Quién puede ayudar? El hospital público, no: tiene demasiada demanda. El Seguro Social, caja chica de todo gobierno, al cabo de larga espera proporciona atenciones elementales, … a menos que el desvalido afiliado tenga “palancas”.

En la época precedente la gente de clase media intelectual se acostumbró a obtener objetos de precio alto y –entre otros- dar atenciones a muchas personas del círculo afectivo. Un sentimiento de angustia invade al individuo de la clase media actual: ¿cómo puede decir, ahora, que lo que era costumbre hasta hace poco, ya no es posible?

A lo anterior se suma una alza injustificada de precios, por los impuestos y la conducta de ciertos comerciantes que se aprovechan de toda coyuntura para mantenerlos elevados.

Una visita a las ciudades de Ipiales y Pasto muestra la enorme diferencia en los precios y una lección viviente de que, en nuestro Ecuador, hay condiciones que empujan a nuestra clase económica media, hacia la pobreza. Una Feliz Navidad, por cierto, no depende solo de bienes materiales. Si la familia está unida; si los hermanos no provocan distanciamientos; si hay paz y seguridad, todos pueden disfrutar de esta hermosa temporada.

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