Es un hombre multifacético, un humanista como antes se concebía a quienes dominaban varias artes y ciencias con una comprensión global de la vida humana. Uno de los últimos del Ecuador.
Ernesto Albán Gómez es quiteño, hijo de Ernesto Albán Mosquera, el primer actor nacional, y de Chabica Gómez, una de nuestras destacadas actoras dramáticas. Tuvo una formación tradicional en el Pensionado Elemental y el Colegio San Gabriel, donde cultivó sus primeras inquietudes literarias. Pasó a la Universidad Católica, donde estudió derecho, pero también escribió teatro e inclusive actuó en el grupo de Paco Tobar.
Luego de una fugaz práctica jurídica se dedico a la enseñanza secundaria y a la de Literatura Española en la Universidad Católica. Trabajó en el Congreso Nacional, pero siempre le atrajo el periodismo. Fue jefe de redacción de El Tiempo.
Como columnista ha escrito de todo, especialmente coyuntura política, educación, cultura, derecho, temas internacionales, libertad de prensa y de vez en cuando deportes.
Julio César Trujillo le invitó a colaborar como secretario de la facultad de Derecho de la Universidad Católica. Allí participó en la reforma universitaria y asumió la cátedra de Derecho Penal, convirtiéndose en el más destacado jurista en este campo. Su obra en dos tomos es un referente fundamental. Fue decano de Derecho en dos ocasiones.
En los ochenta Ernesto fue secretario nacional de Información y luego ministro de Educación en el gobierno de Osvaldo Hurtado. Terminadas sus funciones pasó a colaborar con Ediciones Legales, desde entonces se dedica a la producción de materiales de apoyo para los abogados y la publicación de artículos en la Revista “Novedades Jurídicas”. También ejerció la presidencia de la Corporación Editora Nacional, que publica las más importantes series editoriales del país.
En 1997 y 1998, Ernesto fue electo miembro de la Asamblea Constituyente, donde descolló como jurista y hombre de diálogo. Fue electo ministro de la Corte Suprema y allí se destacó, junto a sus compañeros de sala, por el trabajo cumplido y consistente, que produjo sentencias y piezas de jurisprudencia ampliamente reconocidas. Salió de sus funciones de magistrado por el vergonzoso nombramiento de la “Pichi Corte”.
Albán participó desde su inicio en la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador. Desde los noventa fue miembro dedicado de su Consejo Superior, que presidió por años. Fue profesor de Derecho Comparado y Derecho Penal. Es conocido su método de dar clases haciendo que los alumnos oigan o vean una ópera. La Universidad Andina le hizo un homenaje y le otorgó el Doctorado Honoris Causa en reconocimiento a su contribución a la casa de estudios, al Derecho, a la Educación, a las Letras y al servicio de la patria.