Hace pocos días, el Ministro de Finanzas Richard Martínez ha propuesto al presidente Lenin Moreno, en nombre del Consejo Sectorial Económico Productivo del Ecuador, la incorporación del país a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), cuyo objetivo es coordinar las políticas económicas y sociales de sus miembros, en pro del bienestar y desarrollo social.
Esta organización internacional con 58 años de vida tiene como misión promover políticas que mejoren el bienestar económico y social de las personas alrededor mundo y basa su acción en la coordinación y búsqueda de estrategias que conduzcan al cambio de la estructura económica, social y ambiental de los países, en base a experiencias y problemas comunes de sus miembros, rigurosidad en el manejo económico e inclusión social.
Al presentar la propuesta el ministro ha manifestado que la pertenencia a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) permitirá al país acercarse a mejores prácticas mundiales en ámbitos de política pública a favor de los ciudadanos y participar en las grandes ligas de inversión, transparencia, políticas sociales y ambientales.
El solo anuncio del ministro Martínez, más allá de que se concrete o no el ingreso, pues como se ha manifestado significa el cumplimiento de estándares y condiciones básicas mínimas en el comportamiento social y económico del país solicitante demuestra la voluntad, no sé si de todo el gobierno, pero si de una buena parte de él, de incursionar en un manejo técnico-adecuado de la economía, a través de la política pública, particularmente la económica y con la población como beneficiario directo.
Si existe la decisión de entrar en este u otros organismos con fines similares, significa que hemos rebasado la condición mental de pequeños, marginados y otros adjetivos auto asumidos que de por si son limitantes y excluyentes.
Pensar en aprender de otros países que van delante del nuestro es condición de humildad y buscar la institucionalidad, la transparencia, las buenas prácticas productivas, de comercio y cuidado ambiental, es tener claro el norte que necesita el Ecuador.
Una postura así es pensar en grande y caminar hacia reformas integrales que nos lleven hacia un crecimiento firme, equitativo y sostenible, prioridad nacional rezagada por largo tiempo.
Que no tenemos estándares internacionales, que no estamos preparados, nadie lo está en principio, pero es precisamente la auto exigencia y la voluntad de cambio la que puede conducir al Ecuador por un camino diferente al de la improvisación, el abuso y corrupción por el que venimos transitando largo tiempo, además todo tiene un inicio.