Todas las pruebas -documentales, testimoniales, cuadernos e informes oficiales de rentas y de análisis financiero-, demuestran cómo la corrupción se infestó en el correismo y la campaña electoral del 2013-2014 les intoxicó de arroz verde, en medio del ambiente de engaño al país de la revolución ciudadana de las manos limpias, que demostraron con sus actos que fueron todo lo contrario cuando hoy han sido puestos al descubierto.
Quién se podía imaginar que los intocables altos funcionarios de ese régimen, muy cercanos colaboradores y de extrema confianza del prófugo en Bélgica, estén tras las rejas, otros con medidas cautelares y varios fugados. Hoy aparecen con chalecos antibalas, esposados y con grilletes. Algo inadmisible para quienes con prepotencia dominaron el país durante una década.
La Fiscal General presentó nuevos elementos de convicción que hicieron re formular los cargos contra dos ex altos funcionarios del gobierno correísta (cohecho, asociación ilícita y tráfico de influencias) y dentro del debido proceso y derecho a la defensa tienen la oportunidad de presentar pruebas de descargo. Con ello cambiar el estilo de solo responder con insultos, arrogancia y la victimización de supuestos perseguidos políticos.
Si tienen la conciencia tranquila, deben esperar con paciencia (no fugándose) tantos y tantos juicios que están pendientes por supuestos actos de corrupción en los diversos campos del sector público (petrolero, hidroeléctrico, financiero, deuda pública, vial, comunicaciones, de reconstrucción por el terremoto de Manabí, etc) que manejaron a su antojo, con el uso de miles de millones USD, sin controles ni fiscalización.
Si bien la Fiscal avanza con valentía y profesionalismo, quedan muchos casos pendientes de peculado, concusión, cohecho, testaferrismo, lavado de activos, delincuencia organizada, en los que están señalados varios de los presos con sentencia, otros prófugos de la justicia y otros aún libres aunque existen serias presunciones de responsabilidad en sus actuaciones.
Una deuda que sigue pendiente en el país, que genera desconfianza y frustración, es la falta de recuperación de los dineros del Estado que se presume se llevaron durante la década anterior en contratos y coimas, además de lo recibido en sobornos de compañías extranjeras y nacionales, cuyas pruebas apuntan a quienes estuvieron en altos cargos públicos y en estrechas relaciones con empresas corruptoras como Odebrecht. Sin embargo, uno de los argumentos es la falta de sentencias para concretar estos objetivos. Con los testimonios propios y la colaboración eficaz se echa al traste las mentiras que lanzan los presuntos involucrados, que pretenden santificarse a pesar de las pruebas y evidencias que aparecen día a día.