A propósito del asunto tan repetido en estos días, relacionado con el “populismo”, es interesante este criterio sobre el expresidente José María Velasco Ibarra: “No es pertinente la crítica al supuesto laberinto ideológico de Velasco si, al mismo tiempo, se reconoce que de la acción del caudillo se pueden extraer algunos lineamientos fundamentales, que son los que históricamente importaban al país: la libertad de sufragio, la libertad de educación, la obra pública, la independencia internacional y, en general, el afianzamiento de la institucionalidad del Estado laico implantado por la revolución liberal. Velasco predicó y aplicó invariablemente esos principios desde los inicios hasta el fin de su carrera política e hizo conciencia de ellos en la opinión pública y en el comportamiento de los futuros gobiernos”.
Esta evaluación consta en un libro de reciente circulación intitulado “Velasco Ibarra Caudillo Populista”, de la autoría de los doctores Gil Vela Vasco y Milton Alava Ormaza.
En sus 787 páginas, los autores analizan los caudillismos, el populismo, la revolución, la dictadura y la democracia en América Latina, comenzando con el caudillismo mexicano y prosiguiendo con el argentino; aquel feroz del Dr. Francia; y la monarquía brasileña. Se ocupan del peronismo, el movimiento boliviano, el fascismo y comunismo y finalizan con las revoluciones cubana y bolivariana, entre otros temas.
Puesto de lado el capítulo de la actividad política, en esta hora del Ecuador en que vivimos los resultados de un populismo que ha causado daño en casi todos los aspectos; entre irregularidades, negociados, delitos económicos de diverso orden y algo parecido a un saqueo, etc, la figura del caudillo populista José María Velasco Ibarra adquiere contornos de admiración y ejemplo, si se tiene en cuenta que habiendo ejercido el poder por cinco ocasiones terminó su vida en la máxima pobreza. No fue propietario ni del pequeño departamento donde vivía pagando arriendo; y su esposa, doña Corina del Parral, carente hasta de un modesto automóvil, falleció cuando descendía del bus público y sufrió un golpe mortal en su cabeza.
El 26 de agosto de 1956, en una entrevista publicada por EL COMERCIO, se le preguntó si fue su señora madre quien le enseñó a no tener apego a los bienes de fortuna; o si era cuestión de su temperamento. El Dr. Velasco respondió: “Mi madre era muy pobre” … “ella me enseñó que la única manera de merecer algún bien de la vida es dar para la vida el máximo”. …“para ella el dinero valía como instrumento de beneficencia, para aliviar un dolor, para hacer un bien. Y me repetía esta lección: ahora cuando está lejana mi juventud lo entiendo muy bien; en verdad el dinero es dinero, pero no es más”.
¡Los pueblos viven también de ideales; lo material es necesario, pero no es todo!