El candado está cerrado, pero podría abrirse en el momento adecuado por obra y gracia de Pame y sus amigos, devotos de Correa. Ellos son parte del colectivo Rafael Contigo Siempre, que acaba de recibir luz verde en el Consejo Nacional Electoral. Esto le permitirá recoger las firmas para llamar a consulta popular. ¿Su propósito? Romper el cerrojo constitucional que impide la postulación de Correa para las presidenciales del 2017.
Es curiosa la agilidad con que el engranaje institucional actuó en este caso. Primero, la Corte Constitucional se pronunció a favor y ahora el CNE viabiliza la recolección de firmas. Sería paradójico que la primera consulta popular de iniciativa ciudadana en la historia del país terminara cristalizando una aspiración que le conviene al Ejecutivo.
Este parece ser el as bajo la manga del oficialismo para zanjar, de una vez por todas, las dificultades en la definición del sucesor de Correa, y las fracturas internas evidenciadas los últimos meses.
En la historia republicana se realizaron nueve consultas populares. En ocho de los casos los convocantes fueron los mandatarios en funciones; la excepción fue el llamado hecho en 1978 por el triunvirato militar, que desembocó en una nueva Constitución.
Durante su mandato, Correa impulsó dos consultas, en 2007 y 2011. Su régimen auspició la Constitución vigente que entre otras novedades retóricas incluyó la figura de consulta por iniciativa ciudadana. Esto quedó en buenas intenciones. Los hechos demuestran que los proyectos de consulta que planteen temas incómodos para el régimen se estrellan contra el aparataje estatal. El caso de los Yasunidos es emblemático. El intento por someter a consulta el paquete de enmiendas a la Constitución -entre ellas, la reelección indefinida- tampoco pasó el blindaje burocrático.
Si se realiza esta consulta en ciernes abrirá las puertas a una nueva postulación de Correa. Solo un presidente se atrevió a preguntar al pueblo si apoyaba la reelección inmediata. Fue García Moreno, en 1869.