La banca pública del país ha sido utilizada como una vaca lechera por grandes ‘empresarios’, quienes luego de ordeñarla con créditos millonarios han dejado de honrar sus obligaciones. También ha sido funcional a los gobiernos de turno, para pagar favores o hacer populismo económico.
La Corporación Financiera Nacional (CFN) y BanEcuador (ex Banco de Fomento), que están camino a una fusión, tienen USD 615 millones de cartera improductiva. Eso significa que se otorgaron préstamos que no se están pagando, lo que obliga a cobrar recargos y hacer gestiones de cobranza que incluyen procesos de coactiva.
Al cierre del año pasado, ambas entidades registraron pérdidas por USD 263 millones, de los cuales el 90% se explica por el desempeño de la CFN.
Según los balances financieros hasta marzo del presente año, ambas entidades registraron una alta morosidad: 21% en el caso de BanEcuador y 27% en el caso de la CFN. En esta última entidad, la morosidad llega hasta el 34% en el segmento de microcrédito. BanEcuador no se queda atrás y tiene 22% de morosidad en el mismo segmento.
Para tener una idea, la morosidad en la banca privada fue 2,2% hasta marzo. Y en aquellas entidades especializadas en microcrédito subió al 7,3%.
Para intentar superar los problemas de ineficiencia en la banca pública, el Presidente de la República firmó esta semana el decreto para fusionar la CFN y BanEcuador y crear, a partir del 2023, el Banco de Fomento Económico. Su objetivo será, según el Gobierno, la entrega de préstamos a las micro, pequeñas y medianas empresas.
Pero ahí es donde están los problemas de morosidad. Si bien son créditos a muchos pequeños empresarios, gran parte de ellos no honra sus deudas.
Tampoco lo hacen los grandes deudores. Solo en la CFN, un centenar de deudores tienen juicios coactivos por USD 400 millones. Sus nombres ya son públicos, pero muchos de ellos están prófugos, quebrados o enjuiciados en el exterior.opin