Mirar el mapa

Luego de décadas en que se creía, o se quería creer, que las consideraciones geopolíticas no eran prioritarias en la definición del sistema internacional y que, por tanto, los mecanismos de gobernanza global definían al mismo, hoy se habla sobre el regreso de la geopolítica. Con el ascenso pacífico de China y la influencia de Rusia en la región euroasiática podría surgir un nuevo orden multipolar que marcaría la paz y la guerra, la prosperidad y la crisis, del futuro del planeta.

Pero la geopolítica es mucho más que aquello. Significa la posibilidad de comprender los problemas y relaciones entre los actores del escenario global desde una perspectiva totalizadora e integral, ubicando a la geografía en el lugar central. El regreso de la geopolítica exigiría, por tanto, un enfoque preeminente geográfico en la formulación de las políticas exteriores tanto en lo político, comercial y financiero como en lo militar y cultural. Tomo el caso ecuatoriano, pues somos un ejemplo interesante de parroquialismo y grave desenfoque geopolítico que ignora que nuestra realidad geográfica determinante es la costa del océano Pacífico y prioriza, por prejuicios ideológicos, relaciones con países distantes por el prurito de expresar una alineación diferente a la estadounidense, como si aún viviéramos en la Guerra Fría.

El desenfoque geopolítico de nuestra revolución fácilmente podría corregirse tomándonos la molestia de mirar un mapa del mundo y ubicando la posición del Ecuador. Si lo vemos, geopolíticamente, en el acto concluimos que el Ecuador debería ser un país volcado al Pacífico, a los actores e interacciones que en sus aguas se generan. En las escuelas ecuatorianas deberíamos dejar de enseñar que solo limitamos con Colombia y el Perú, sino que por mar existe una vecindad inexplorada de la que podríamos ser parte. Así es que estamos muy próximos a México y Centroamérica en el noroccidente (como el crimen organizado, lamentablemente, se percató hace rato); que más allá, en el occidente, se encuentra Asia, que es el muevo motor de la economía mundial, lo que significa una proximidad remota con millones de habitantes en China, Japón, Indonesia, Filipinas. Igualmente, si seguimos con el ojo en el mapa, observamos que si bien no tenemos frontera terrestre con Brasil estamos muy cerca de su región amazónica oriental, siendo este el nuevo gigante económico del continente. Sin embargo, dejamos la Manta-Manaos en el papel y nuestra prioridad en Sudamérica por ahora es apoyar al gobierno de Maduro.

Nuestra mirada del mundo no debería ser tan limitada; que una perspectiva geopolítica debería llevarnos al ejercicio de observar el mapa e imaginar nuestras ilimitadas posibilidades. Hoy ejercitamos una política exterior parroquiana que nos ha excluido de los países que conforman Alianza del Pacífico (México, Colombia, Perú y Chile) y nos acerca a naciones muy distantes a nuestra geografía. Con ello, abonamos a construir a futuro un país aislado del mundo e ignorante de sus reales potencialidades.

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