Todos los países tienen crisis ¿Cómo las enfrentan? Unos se hunden, otros conviven con ella y se desenvuelven en condiciones mediocres, y algunos la superan de modo exitoso.
Cuando vemos fotos dramáticas de Berlín destrozada por los efectos de la segunda guerra mundial y las comparamos con imágenes de la misma ciudad 40 a 50 años después, y se la ve boyante, próspera, formando parte de una Alemania nuevamente convertida en uno de los países más potentes del planeta; aparece la pregunta: ¿qué pasó, para que, en tan corto tiempo, este país resurja de semejante destrozo?
Resiliencia se denomina al fenómeno individual o colectivo de salir adelante en medio de las peores circunstancias. ¿Pero qué está tras la resiliencia de un pueblo? Están múltiples procesos que generaron en él la decisión de salir del hueco.
Sin duda hubo un liderazgo que evaluó la gravedad del problema y diseñó las soluciones estratégicamente. Entonces alguien dijo: ¡dejemos de quejarnos! ¡Subamos al barco! Y alguien respondió: ¡Vamos! ¡Es hora de remar juntos!
Ante el desastre hay una reacción espontánea de unidad y fuerza. Pero esto se agota, si no se crea una voluntad colectiva que sustente los complejos y sacrificados procesos de transformación, que se dan en tiempos largos y en los que se requiere la participación equitativa de todos. Mas esta voluntad, no es efecto de la propaganda, es una construcción social y política, con base en la transparencia y la legitimidad, resultado del conocimiento y concienciación de la gente, de la gravedad del problema y de las salidas, que también deben ser construidas participativamente, con un enfoque de bien común.
Entonces, frente tales problemas, éstas son las soluciones, que demandan tales sacrificios y a los que corresponden tales beneficios. Aumento de impuestos, recorte de subsidios, a cambio de escuelas, hospitales, y otras metas, tangibles y medibles en tal plazo. De esta manera, se crea confianza, apoyo, y la crisis se transforma en oportunidad y compromisos.
Alemania, sin duda, construyó todo eso, y lo reforzó con su historia y cultura. También en el camino recibió el apoyo de muchos que vieron su decisión y valor.
En nuestro caso, como país, venimos de crisis en crisis. Somos de esos que aprendimos a vivir con el problema y, además, con una profunda desconfianza en un sistema corrupto. No hemos construido resiliencia, y seguramente no la veremos en mucho tiempo. Seguiremos con “soluciones” impuestas, traumáticas e inmediatistas.
Mientras sigamos influidos por políticos autoritarios y oportunistas, elites que no ven más allá de sus bolsillos, gremios encapsulados en el tiempo, poblaciones domesticadas en el paternalismo, dirigencias en búsqueda de puestos, seguiremos viviendo los ciclos del modelo económico y social vigente desde hace 250 años, del que nadie habla. ¡Hay que dar un viraje a esta historia!