Medidas desmedidas

Desmedidas las decisiones del gobierno porque no midieron las reacciones económicas políticas y sociales que podía provocar el anuncio de la eliminación del subsidio a los combustibles, sin establecer medidas de compensación ni el futuro de las tarifas del transporte, sujetas a decisiones políticas y no económicas. El anuncio de precios reales para los combustibles indicaría la intención de liberar también las tarifas del transporte, pero nada se adelantó, ni siquiera el compromiso de revisión. Un error político de difícil interpretación. Del resto del plan económico nada se sabe pues el anunciado proyecto de reformas no ha sido enviado a la Asamblea Nacional. Los rumores acerca de un incremento de varios puntos en el impuesto al valor agregado que, extraoficialmente, empezaron a circular, solo sirvieron para confundir a todos.

Desmedidas las decisiones de los transportistas porque no tardaron nada en declarar un paro indefinido, traspasando los límites impuestos por las leyes para reclamos y protestas. Antes de conocer el proyecto de reformas o averiguar la política que respecto de las tarifas se proponían las autoridades pretendieron obligar al gobierno a retroceder ante el chantaje de la suspensión del servicio de transporte y el cierre de vías y carreteras. Si querían tarifas reales, como han pedido siempre, era la oportunidad para sumarse al proyecto de eliminar los precios y tarifas políticas estableciendo compensaciones que distribuyan el costo de la crisis de manera equitativa y económicamente racional.

Desmedidas las reacciones de los principales culpables de la crisis, el ex presidente y sus fanáticas huestes de ex funcionarios, que salieron a gritar, azuzar y amenazar al gobierno que Trata de ordenar el caos que provocaron con el gasto alocado, el endeudamiento exorbitante y la corrupción desquiciada. Sin una brizna de vergüenza querían de pescar a río revuelto aprovechando la confusión ciudadana y los errores.

Los ciudadanos no podemos dejarnos manipular por versiones y relatos incompletos. Los errores del gobierno deben ser señalados y corregidos; las reacciones desmedidas de dirigentes irresponsables deben ser rechazadas; y las desvergüenzas de acusados de corrupción, que no rinden cuentas todavía, deben ser condenadas.

Los problemas son reales y tienen origen conocido: la demagogia, la incompetencia y la corrupción. Los problemas tienen que ser resueltos y eso tiene un costo que debemos asumir todos pero de manera equitativa. Aplazar las soluciones es agravar el problema y dejar a las próximas generaciones una carga insensata totalmente injusta.

No se resuelven los problemas con el juego de chantajes para determinar quién es más fuerte o quien cede primero. Ya hemos vivido esas situaciones que terminan en aventuras políticas, falsas soluciones y pérdidas económicas adicionales. Cada quien debe asumir sus responsabilidades y competir en la oferta de mejores soluciones para salir del embrollo.

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