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José “Pepe” Mujica suele ser noticia por su austera forma de vida, pese a haber tenido (y seguir teniendo) una dilatada trayectoria en la política del Uruguay, que lo llevó incluso a ocupar la presidencia entre 2010 y 2015.
En una reciente entrevista que le realicé a Mujica en su humilde chacra en las afueras de Montevideo para un prestigioso diario argentino, el ex presidente no evitó los temas centrales en lo que respecta a la situación política de la región, como la crisis política que atraviesa Brasil, o el fenómeno de la corrupción. Sin embargo, hizo hincapié en una vieja cuestión que sigue manteniendo gran actualidad: la necesidad de que los dirigentes políticos vivan como vive la mayoría del pueblo que le toca representar. Una coherencia que, según su parecer, es casi un requisito de integridad, una condición necesaria para poder ejercer la política.
Uno puede coincidir o no con este tipo de afirmación, pero es innegable que el “Pepe” Mujica predica con el ejemplo y que, en la política contemporánea, estos casos no son la regla general, sino más bien la excepción.
La importancia de la reflexión de Mujica radica en que la imagen que proyectan los dirigentes impacta directamente en el sentido común de las amplísimas capas de la opinión pública que se encuentran por fuera del “microclima” de la política y sus debates coyunturales. La exposición pública es, por ende, muy importante para el posicionamiento de un político, es decir, para la definición del lugar que estos ocupan en la mente de los ciudadanos.
Y, de allí que cuestiones como dónde y cómo viven, qué tipo de comodidades tienen, cómo se visten, o cuánto y cómo viajan –por citar sólo algunas- son factores claves que inciden en la percepción que muchos ciudadanos tienen de los políticos.
Los políticos tienen, ineludiblemente, una necesidad de empatizar con los ciudadanos en búsqueda de su aprobación, tanto en tiempos de campaña como en la gestión pública. Sus vidas están más expuestas que las de los líderes de hace 50 años, porque a la exposición generada por el fenómeno de la televisión se le suma la inmediatez generada por la emergencia de nuevos canales de comunicación como las redes sociales.
Y es aquí donde se instala la tensión entre ser y parecer: el problema radica en que por parecer, muchos políticos se están olvidando de ser, y aquí reside la importancia de la personalidad del dirigente más allá de las herramientas y las técnicas de la comunicación.
Una famosa frase que se le atribuye a Einstein reza “si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”: en tiempos donde la pérdida de confianza en los políticos es notoria, la autenticidad y la austeridad se resignifican en la búsqueda de una legitimidad extraviada.