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A los 11 meses de gobierno del presidente Moreno, viene a la memoria que Clemente Yerovi, en apenas seis meses, reordenó al país luego de la junta militar de 1963.
Hay un ambiente de libertad, paz y sosiego que contrasta con la crispación, el atropello y el insulto instaurados en 2007. El gobierno se ha propuesto convencer y no imponer. Se han terminado las cotidianas cadenas de radio y TV que interrumpían cualquier programa para insultar y denigrar a todo aquel que pensaba distinto. Los órganos de control y algunos jueces, aunque tímidamente, han dado pasos para investigar groseros casos de corrupción. Se han revelado múltiples obras de relumbrón ejecutadas por razones puramente políticas y a costos que superan en varias veces los reales. Programas llamados emblemáticos -como Yachay – han sido una verdadera estafa y con pobres resultados. Y la más importante: con la reforma constitucional de febrero, se han sepultado – ojalá definitivamente – los afanes inmorales de perpetuación, del caudillo y su camarilla.
De otro lado, las declaraciones no se han concretado en leyes que reformen las mañosas normas introducidas en el Código Penal, Ley de Contratación Pública, Ley de Comunicación, Código Monetario y Financiero, Ley de Régimen Tributario, Ley de Compañías, Código de la Función Judicial, para nombrar unas pocas, que han permitido la concentración del poder, la gigantesca corrupción, y la persecución a periodistas y medios. En economía se ha actuado con una desesperante lentitud, se incrementó la deuda pública en más de USD 7 500 millones, se mantuvo al mismo equipo del gobierno anterior, se expidió una ley ampulosamente llamada de Reactivación de la Economía, Fortalecimiento de la Dolarización y Modernización de la Gestión Financiera, que no ha servido para nada. El nuevo plan, si bien contiene un positivo cambio de orientación, insiste en más impuestos, es tardío, tímido en la reducción del tamaño del sector público y crea expectativas que solo se despejarán cuando se conozcan las reformas legales y las decisiones. Las relaciones internacionales se siguen manejando con las orientaciones e intereses de la década pasada, produce mensajes contradictorios, y su cabeza, la canciller, dedicada a su promoción personal para la presidencia de la Asamblea General de la ONU. La justicia, todavía bajo la égida de uno de los más cercanos asesores del caudillo, todavía no ha dictado una sola sentencia en firme que sancione la monstruosa corrupción y recobre al menos parte de los miles de millones de dólares que han ido a parar a las faltriqueras de los ex funcionarios de “manos limpias, mentes lúcidas y corazones ardientes”.
Pero, presidente Moreno: cuenta con el apoyo de la ciudadanía para la recuperación económica y moral de la nación.