El presidente Moreno y su Gobierno, han dado un paso trascendental al eliminar los subsidios a la gasolina extra y al diésel. Meses antes se dejó que el precio de la gasolina super fluctúe según el mercado internacional y se aplicó un pequeño incremento a la gasolina extra, que es la de mayor consumo. La eliminación del subsidio puso fin, de una vez por todas, al enorme desperdicio de recursos que ha significado.
Hay que asumir que Moreno y su Gobierno sabían que esta decisión afectaba a muchos intereses y que habría de servir de pretexto para que la rabiosa oposición de Correa y su banda trataran de desestabilizar al régimen. Según un reciente estudio del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, en los últimos 14 años el Ecuador, destinó USD 2.300 millones anuales al subsidio a los combustibles importados. Y si se suma el subsidio implícito a la producción local, la cifra llega a 3.400 millones por año. Es decir, que más de USD 45.000 millones de recursos públicos, literalmente se hicieron humo para favorecer principalmente a personas de los sectores medio y alto, y también a los contrabandistas que han hecho fortunas vendiendo la gasolina y diésel subsidiados, a Perú y Colombia y a compradores de alta mar. Según el estudio del BID, por el subsidio a los combustibles, al Estado ecuatoriano le ha costado USD 13 transferir USD 1 a los hogares del quintil más pobre. En otras palabras -no incluidas en el estudio del BID- para que los hogares se beneficien con USD 1 del subsidio a la gasolina y al diésel, el Gobierno ha debido gastar USD 13. Esto significa que este subsidio ha sido la peor vía para llegar a quienes más necesitan del apoyo estatal.
Los combustibles a precio internacional serán, al mismo tiempo, el mejor incentivo para un menor uso de los vehículos privados, con el consecuente alivio de la congestión del tráfico y, sobre todo, y muy importante, contribuirá a disminuir la contaminación y el calentamiento global que afectan a la salud y amenazan con destruir al mundo entero.
Serán necesarios ajustes para compensar la subida de costos del transporte y de algunos productos, a las familias de más bajo ingreso, pero es inadmisible la reacción brutal y vandálica de sectores movidos por el odio y la revancha que persiguen crear el caos en la República. Los indígenas han perdido toda sensatez cuando pretenden crear territorios autónomos con legislación y autoridades propias, dentro del Estado ecuatoriano, y la mafia correísta, que busca librar al capo y sus secuaces de las decenas de juicios penales instaurados en su contra por el mayor atraco que registra la historia, está jugando su última carta para gozar impunemente de las riquezas mal habidas. Por último, acrecientan las dudas sobre el futuro, cuando líderes políticos oportunistas anteponen sus intereses electorales a los de la nación.