Habemos mortales que estamos sujetos a la gravedad. Habemos personas que si haríamos porquerías nos tocaría ir a prisión. Pero hay otros, unos verdaderos deportistas, que desafían las normas básicas, unos las leyes de la física, otros todas las leyes.
Yunda es olímpico de muchas maneras. Su descaro siempre me pareció eso, olímpico. Hasta sus galardones, ese hombre celebró la colocación de su grillete incluso con más sonrisas que algunos de los más humildes premiados en Tokio. Y sus piruetas, aunque las hace sin ninguna gracia, son de tal magnitud y tan avezadas que dejaría al jurado con la boca abierta.
Pero sus saltos, esos hay que verlos. Por ejemplo, esta semana estaba convocado a declarar en Fiscalía por una denuncia de tráfico de influencias y asociación ilícita. Cierto, todavía no se trata de un juicio, únicamente de la fase de investigación y se trataba de rendir su versión de manera voluntaria. No estaba obligado -legalmente- de ir.
¡Pero él es el Alcalde! Es la máxima autoridad de la ciudad. Se trata de presuntas irregularidades cometidas durante su mandato por contratos con sus amigos del ecuavolley, y de las empresas de construcción.
Además, la denuncia no fue puesta por rumores lejanos. La Contraloría emitió un informe donde de manera explícita se señalan las rupturas con el sistema de contratación pública. Irregularidades que son indicativas de posibles delitos de corrupción. ¿Eso no es importante? ¿Eso no es prioritario? ¿La corrupción no es un tema digno de atención?
Aparte de su grillete, el hijo de ese hombre tenía chats donde se evidencian posibles ilicitudes en los procesos de contratación. Mediante las declaraciones que la Fiscalía precisaba, se indagaría si existen procesos correctos, si la gestión del Alcalde no está enfocada en el robo. ¿No son pormenores que vale la pena informar?
El Alcalde tiene la desfachatez de hablar de los valores de los próceres del Primer Grito de Independencia, de la vida con libertad, de celebrar el 10 de Agosto, pero en seguida decide saltarse las declaraciones en Fiscalía. ¿Cómo es posible que quiera que lo creamos inocente si no es capaz de dar explicaciones?
Señor Yunda, ¡dé la cara! ¡Dé la cara! Usted no es un ciudadano cualquiera. El hecho de que las declaraciones sean voluntarias, no quiere decir que usted no tenga el deber moral – especialmente tomando en cuenta su contexto y el de la ciudad – de presentarse a responder preguntas. Usted no puede saltarse esos llamados a comparecer. Un alcalde que valore su gestión, que tenga la certeza de su cara limpia, no dejaría colgados a los fiscales y a los denunciantes.
Declararse inocente, hacerse el víctima, pero saltarse olímpicamente las citaciones. ¡Qué campeón, señor Yunda! Otros no seríamos capaces de tanto.