Las encuestas electorales en los EE.UU. son de relativa fiabilidad por algunos yerros históricos; pero, son seguidas y analizadas en la búsqueda de tendencias que evidencien la final electoral. Estos mecanismos, en esta oportunidad, menos de 100 días antes de las elecciones, reflejan un resultado inusual. Sorprende que el candidato demócrata tenga resultados en numerosos estados de manera contundente. Entre ellos Florida, Wisconsin, Míchigan, Pensilvania y Carolina del Norte. Esta situación es independiente de la ubicación geográfica o tradicional de las tendencias, como ha sido entre el norte demócrata y el sur republicano; vieja referencia o malos recuerdos de la guerra de la secesión entre 1865 1869.
Por ese motivo solo quedan por jugar las cartas externas: Rusia y China.
En este escenario externo se vislumbra un equilibro entre aves del capitolio. El ala dura de los halcones y las hábiles las palomas. Influyen para el efecto, la vigencia atávica del antiguo aislacionismo de las 13 colonias hasta finales del siglo XIX y el posterior liderazgo mundial luego de la primera y segunda guerra mundial en el siglo XX.
Debe considerarse para el análisis que la relación EEUU- Rusia atraviesa un buen momento; incluso, luego del asesinato del general iraní Qasem Soleiman. Para profundizar en ese ámbito geopolítico, el triunfo electoral de Vladimir Putin confirma la nueva estrategia rusa: control implacable para adentro y sutileza negociadora y bilateral para afuera. Se sustituye como objetivo la expansión territorial y se privilegia a buenas relaciones con aliados y no las conquistas territoriales; no se dispara un tiro.
China es otro y más difícil caso. Los puntos de alta tensión es la situación de Hong Kong, en primer lugar. EEUU sostiene la vigencia de dos sistemas y un país, mientras que China reclama la plena soberanía sobe un enclave estratégico del comercio mundial. Debe sumarse las constantes provocaciones de Corea del Norte y la histórica contienda por Taiwán. Económicamente es una potencia muy audaz y no descansa en su avance en relaciones financieras y la captación de recursos energéticos a cambio de préstamos a los países deudores.
Como en otros momentos de la historia América Latina está al margen. La última vez que fue necesaria en la alianza en Bogotá en 1948 con la creación de la OEA; luego, su presencia dolorosa y cruel en la Guerra Fría como Guatemala en 1954, Cuba en 1958 o Chile en 1973. El resto de la geografía y la historia quedó en manos de caudillismos nacionalistas hasta que irrumpió el socialismo del siglo XXI que destruyó economías; no creció hierba en las naciones que pisó, emulado al mongol Atila. Los grandes como Brasil, Argentina y México corren en diferentes senderos y se parecen a caballos desbocados. Chile está por unirse a esta briosa competencia. Ecuador está por decidir si elige a un presidente sin sustento parlamentario o busca el atajo de las viejas dictaduras.