En junio el precio del WTI, el crudo marcador, promedió USD 71,3 por barril, el más alto desde fines de 2014, cuando arrancó la crisis actual.
La recuperación se debe a que tras seis años de precios deprimidos, ha habido poca inversión en incorporar nuevas reservas, y la industria petrolera de esquistos, que tiene costos altos, se deprimió. La crisis llevó a Rusia a concertar con la OPEP la reducción de la producción. Mientras tanto, el mundo industrializado retorna al fuerte crecimiento y consumo, una vez que el grueso de su población se ha vacunado. Lo que pase en el corto plazo dependerá de cuán abrupto o cauteloso sea el incremento de la producción petrolera de los países que la han restringido.
Para el mediano plazo no hay certezas. Pero según una teoría, hay lugar para una bonanza petrolera más, digamos en dos o tres años, antes que el petróleo entre en declinación terminal a medida que sea desplazado como fuente de energía.
El argumento se centra en que los países desarrollados adoptan políticas para cambiarse a energías renovables, e incentivan a las empresas a salir del negocio petrolero. Las inversiones en nuevas tecnologías demorarán en arrojar resultados, y mientras tanto la inversión en encontrar y desarrollar nuevas reservas petroleras disminuye. Durante ese lapso, seguirá creciendo la necesidad de energía, la nueva tarda en incorporarse, y la de petróleo estaría limitada. Por lo que los precios nuevamente superarían los USD 100 por barril.
Esta también sería la última oportunidad de encontrar y desarrollar el crudo que tenemos bajo tierra. Cuando candidato Guillermo Lasso anunció la meta de alcanzar el millón de barriles diarios para fines de su gobierno, lo cual es coherente con lo que profesionales petroleros nacionales consideran factible. Aun si se lograra solo la mitad de la meta, 750 mil barriles diarios, significaría aumentar la producción en 50%, con una fuertísima inyección de fondos al fisco que permitiría aumentar servicios, hacer obra y reducir el endeudamiento. Si el precio sube a USD 100, incluso se podría restablecer un fondo para emergencias.
El nuevo Gobierno ha comenzado con bríos en el plan de vacunación. También en su meta de mejorar el entorno para la inversión, bajando aranceles, disponiendo la reducción de trámites y reingresando al Ciadi. Avanza en la concertación con la Asamblea de una ley para el empleo. Anuncia que la reforma tributaria se tratará desde fines agosto. Pero en materia de petróleo aún no se conoce cuál es el plan para iniciar la recuperación de la producción, y tampoco en minería respecto a la reapertura del catastro minero.
Algunas de las acciones sugeridas arrojarían resultados de manera inmediata. Es el caso de la incorporación a la producción de pozos cerrados. ¿Qué esperamos?