Guido Calderón
Turismo a las flores
En la escuela deberíamos aprender: autoestima, cómo tener una relación, el ciclo del dinero, a ser tolerantes; en vez de ello, los profesores han enseñado a las últimas generaciones a ser derechicidas, electoreros, inseguros de su género, a ideologizar sus vidas, y esencialmente han creado miles de indigentes morales y emocionales. Asambleístas y femicidas son el mejor ejemplo.
Ser rico es malo, ser emprendedor es que algo no funciona bien en nosotros. Ser empresario es un delito.
La actual atroz pandemia de autocompasión, nos hace dependientes de terceros para satisfacer nuestras necesidades. Millones de personas dependen del Estado tanto como de su pareja, sin entender que alguien que no se ama a sí mismo, no puede amar a otro ser humano. Un nombramiento en el sector público es tan valioso como una boda y perder cualquiera de los dos es una desventura. Un fracaso que nos hace insustanciales.
Dos mujeres mega famosas han roto récords en streaming, cantando a sus infieles ex parejas. La latina en su dolor y amargura arrasa con dos de su género: la suegra y Clara-mente, incluso “hacienda” -el equivalente al amado SRI- no se salva del sal-pique y degüella el espacio para una indispensable relación con el padre de sus hijos. Con voz tuneada se animaliza y factura al son de un rap/pop ochentero. Rolex y Ferrari le gradecen.
La americana con el natural y encantador nombre de “Flowers” desecha resentimientos y arrepentimientos, con voz auténtica edifica un nuevo himno mundial al empoderamiento, a la autoestima femenina, a la fortaleza emocional, a la resiliencia amorosa, a la libertad de terminar, a la emancipación del superfluo macho alfa. Con su canción, millones de mujeres aprenden y entienden que pueden y deben ser autónomas.
Urge otro himno para hombres; para que reemplacen la autocompasión por autoestima, superen el resentimiento histórico, no lloriqueen por subsidios ni dependan de coimas, puestos públicos, ni de sus lobos: los políticos.