Entre las propuestas del candidato presidencial del correísmo está tomar USD 3 mil millones del Banco Central para financiar gasto público. Antes que ud. se entusiasme con esa propuesta, le pregunto: ¿Ud. sacaría la plata de su cuenta bancaria, y se la prestaría al gobierno? Pues esa es la propuesta del candidato. El dinero que se sacaría del Banco Central no es del banco, sino de usted.
El Central no tiene plata propia. El gobierno y otras entidades del sector público mantienen USD 4 600 millones en cuentas en el Central. Los bancos, USD 7 400 millones de plata de sus depositantes. Sumados ambos valores el Central ha captado depósitos por USD 12 mil millones.
Sin embargo, le quedan sólo USD 5 500 millones incluyendo oro. La diferencia, unos USD 6 500 millones, Rafael Correa los sacó del Central y se los gastó, y a cambio le entregó la propiedad de la banca pública y certificados de Tesorería, que se renuevan automáticamente. En definitiva, parte de nuestro dinero en la banca, ésta ya no la tiene porque el gobierno la ha tomado y a cambio no ha dado nada que pueda vender rápidamente para volver a tener dólares.
Ahora el candidato de Correa a la presidencia propone seguir haciendo lo mismo: gastar USD 3 mil millones más de nuestra plata, que no podrá reintegrar. El correísmo pretende socavar al sistema financiero y gastarse nuestros depósitos.
Si elegimos para presidente a quien ofrece despojarnos de nuestro dinero, pues no nos quejemos cuando cumpla su promesa.
El país no tiene una institucionalidad que blinde nuestros depósitos de una confiscación así. Pero se puede disponer que haya cierta distancia entre Banco Central y el Ministerio de Finanzas. Hoy el Ministro de Finanzas preside la Junta Reguladora, el organismo que manda sobre el Central. No es prudente. Debe haber una junta monetaria, o directorio del Central, encargado de velar por que haya una reserva monetaria sana, un sistema financiero con liquidez adecuada, que la inflación se mantenga a niveles muy bajos, preservando la estabilidad y en particular el poder adquisitivo de los empleados y trabajadores que ganan un sueldo fijo.
Ese directorio del Central sería nombrado por los poderes públicos, Asamblea y Presidente. Sus integrantes lo serían por un plazo fijo, con renovación parcial, digamos cada año se cambia un director. De esta manera cuando haya gobiernos no dictatoriales, el Banco Central estaría protegido de excesos populistas.
Un proyecto tiene largo tiempo reposando en alguna gaveta de la Presidencia de la República, cubriéndose de telaraña. El ministro Pozo anunció su pronto envío a la Asamblea, presuntamente con urgencia económica. Al estudiar el proyecto, y ponderar si aprobarlo, los asambleístas deben pensar en los ahorros de sus constituyentes. Y de los propios.