El pasado Junio tomo lugar la segunda ronda de negociación para la “optimización” del TLC Perú-China. Según declaraciones oficiales, se habrían revisado temas relativos al comercio de servicios, inversiones, procedimientos, reglas de origen, propiedad intelectual, y comercio electrónico. Sorprendentemente, no se han evaluado los impactos del primer TLC en cuanto a sus implicaciones ambientales y sociales en la extracción y comercio de minerales, el sector más importante de cooperación financiera y comercial entre ambos países. En los 9 años de existencia del primer TLC, los minerales (principalmente cobre) representaron el 83.5% de un total de USD 76 835 millones acumulados de las exportaciones totales a China, según cifras oficiales.
Las Bambas y Marcona son dos ejemplos emblemáticos de los proyectos mineros chinos en Perú. Según un reporte del Colectivo sobre Financiamiento e Inversiones Chinas, Derechos Humanos y Medio Ambiente (CICDHA) durante los últimos dos años, en Las Bambas, proyecto operado por China Mineral and Metals Group se han promulgado 7 estados de emergencia.
Según la ley peruana el estado de emergencia es una medida de excepción, pero las autoridades lo han usado regularmente para desmovilizar a las poblaciones locales que han usado el bloqueo de carreteras para exigir el cumplimiento de leyes ambientales y el derecho a la consulta; y exigir compensaciones equitativas por sus tierras.
Hasta hoy, los conflictos en Las Bambas arrojan un saldo de 4 muertos. En el caso de Marcona, la empresa china Shoungang Hierros del Perú ha sido sancionada en múltiples ocasiones por infringir la legislación laboral sobre tercerización irregular y contratación fraudulenta, discriminación salarial, incumplimiento de normas de salud y seguridad (incluyendo accidentes fatales), y despidos masivos.
Con el primer TLC con China, Perú no logró alcanzar la diversificación de sus exportaciones y tampoco un incremento sustancial de productos con valor añadido; al contrario, ha fortalecido el viejo modelo primario exportador.
La “optimización” del TLC debería constituir una oportunidad para el cambio. Algunos pasos en esa dirección incluirían: (i) abrir un espacio de participación para las organizaciones sociales en las siguientes rondas de negociación; (iii) una evaluación independiente y comprensiva de las inversiones chinas en el sector minero; y (iii), la incorporación de capítulos sobre medio ambiente y derechos humanos en el TLC “optimizado”.
La globalización en la era de la crisis climática requiere una nueva visión sobre el comercio y la inversión que priorice la protección de la naturaleza y de las comunidades por encima del lucro corporativo.