Francisco Rosales Ramos

Pensar en grande

En una conversación con el presidente León Febres Cordero, le dije que era hora de construir la autopista Quito - Guayaquil, de manera de que en no más de 3 horas se pueda viajar entre las dos ciudades. Y que la manera idónea de construirla era mediante concesión a una empresa internacional con el sistema BOT: “construir, operar, transferir”.

Una obra de ese calibre transformaría al Ecuador de la misma manera que a principios del siglo XX lo hizo el ferrocarril; y que, el presidente que hubiere iniciado esa obra se consagraría en la historia como García Moreno y Alfaro. León estuvo de acuerdo con la iniciativa y asumo que instruyó a sus ministros que adelanten los estudios y contactos pertinentes. Luego vino el intento de magnicidio en Taura, y el terremoto de 1987 con lo cual se frustraron varios proyectos importantes.

Superados los 10 años de desorden y atropellos y los 4 de desconcierto y debilidad, es hora de ejecutar el proyecto. Se cuenta con la positiva experiencia de Oleoductos de Crudos Pesados, OCP, que se construyó con recursos privados, ha operado por casi 20 años, ha permitido transportar petróleo con densidad menor a 21 grados Api, impulsó el desarrollo del país y próximamente deberá entregarse al Estado.

La Universidad San Francisco ha realizado estudios sobre la viabilidad y trazado de la autopista; y Ecuador, con la dolarización y el Gobierno de Lasso, se ha vuelto confiable y atractivo para la inversión extranjera. El retorno del país al Ciadi ha contribuido ese fin.

La inversión requerida será de varios miles de millones de dólares, (en las dos refinerías se botaron 4.000 millones) contribuirá significativamente a disminuir el vergonzoso desempleo, la demanda de transporte, cemento, hierro, y otros productos y servicios, tendrá un efecto dinamizador de la economía que ayudará a superar la terrible crisis que el irresponsable manejo económico del 14 veces doctor y la pandemia, por poco quiebran al país.

El trazado de la autopista deberá ser el que la técnica aconseje, con varias entradas y salidas a lo largo de su ruta, de manera que sirva a las ciudades y provincias por las que atraviese. Túneles y autovías serán necesarios para salvar montañas y barrancos, como ocurre en Italia y Suiza, por ejemplo, con técnicas que se han desarrollado intensamente en los últimos años. Los puentes de la Ruta Viva, construidos por una empresa española, son muestra
de las nuevas tecnologías.

El uso de la autopista estará sujeto a peajes según la distancia que se recorra. Y no habrá razón para reclamos de transportistas y choferes, porque existen vías alternativas gratuitas o con peajes nominales. El Gobierno de Lasso tiene la excelente oportunidad de emprender una obra de gran magnitud que transformará al país y simultáneamente impulsará la economía y el empleo.

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