Empecemos por lo divertido. Vayan a Youtube, busquen videos de Jean-Claude Juncker y la Cumbre de Riga. Verán a quien ostenta el cargo que más se parecería a un “Presidente de Europa” dando un soberano chirlazo al Ministro de Relaciones Exteriores de Luxemburgo (y a varios más), besando la frente del Primer Ministro belga, jalando las corbatas de múltiples altos cargos europeos. En este encuentro, frente a todas las cámaras, llamó “dictador” al Primer Ministro húngaro, Víctor Orban (presagio de las conclusiones de este artículo).
Al ponerlo a la cabeza de Europa, ya se hizo un pacto con el diablo. Durante veinte años Juncker fue Primer Ministro luxemburgués. A parte de sus comportamientos estrambóticos, se hizo célebre por un logro en particular, hacer de Luxemburgo un paraíso fiscal incuestionado en el corazón de Europa. Tanto es así que en un artículo de julio de 2014, el periódico británico The Guardian se lamentaba de su elección con esta frase: “La única diferencia entre los viejos piratas y los nuevos es que, en vez de usar mosquetes y cañones para apoderarse de la plata de los demás, Luxemburgo usa contables.”
Su designación fue un mensaje claro contra los procesos para revertir la desigualdad en la repartición de la riqueza, contra la progresividad de los impuestos y sobre todo a favor de la preservación de zonas francas – libre de impuestos – en Europa.
Ahora Europa acaba de elegir una nueva lideresa. Coincidentemente Úrsula von den Leyen tiene la misma nacionalidad que el Fausto que la pluma de Goethe le hizo pactar con el demonio.
La radicalización de la extrema derecha europea es una preocupación mundial. Precisamente los países que lideran esta degradación son el “dictador” Victor Orban de Hungría, y Jaroslaw Kaczynski de Polonia. El autoritarismo de Orban parece de libro de texto. Ataca frontalmente la libertad de expresión, y se apropia de medios de comunicación para que sean portavoces directos de su política. Desmantela el sistema de partidos y organiza elecciones con candidaturas de oposición que son solo fachadas. En Europa se llama a su modelo de gobierno “fascismo suave”. Respecto al otro angelito, en noviembre del 2017 el diario ‘Politico’ se preguntaba “¿Cómo pudo Jaroslaw Kaszynski, el líder de facto de Polonia, liberar el genio maldito del neo-nazismo y el nacionalismo de odio fuera de la lámpara mágica?”
Von Den Leyen necesitó de los votos de esa extrema derecha para ganar la Presidencia. Para ocultar su vergüenza se sacó una frase horrible de la chistera, “En democracia, la mayoría es la mayoría.” Y, ahora resulta que Orban sale a los medios a decir que su apoyo no fue “incondicional”. ¿Qué condiciones serán esas? En el cuento de Fausto, Mefistófeles le exige su alma. ¿Será eso lo vendido?