Ganó Lasso y más de la mitad de los ecuatorianos estamos aliviados y muchos hasta entusiasmados. Hay que decirlo, el triunfo de Guillermo Lasso es un parteaguas en la reciente historia del Ecuador. Los tres lustros de Correa y Moreno marcaron una época dolorosa y vergonzosa. Campearon el autoritarismo, el irrespeto a los derechos humanos, torpezas en la gestión pública, una política internacional inútil y torpe y una corrupción como nunca se había visto. Ahora esperamos un Ecuador distinto.
El nuevo mandatario tiene una grave responsabilidad que hay que apoyar. Recuperar la institucionalidad, luchar contra la pandemia y la corrupción, generar empleo, combatir la inseguridad, implementar una política económica sensata y a largo plazo y, así, recuperar al Estado y emprender en la senda de un desarrollo equitativo con justicia social.
Sin protocolos ni formalidades, como presidente electo, Lasso puede y debe tomar contacto personal con algunos homólogos clave antes de asumir el poder. Bien ha hecho en visitar Colombia, vecino fundamental y con el que tenemos múltiples temas sobre los cuales entendernos. No es solamente la amistad personal y la afinidad política con Duque lo que le llevó a Bogotá. Habrá tratado de comercio (Alianza del Pacífico), seguridad (lucha contra el narcotráfico y el crimen internacional organizado y demandado mayor presencia militar colombiana en la frontera), cooperación, migración colombiana y venezolana, aspersiones de glifosato que ya se anuncian y que tanto daño causan a la población fronteriza, entre otros.
Ahora tiene que viajar al Perú, por más que la coyuntura política no sea favorable, para entrevistarse, con el presidente Sagasti y con los dos finalistas para la segunda vuelta electoral, Castillo y Fujimori, con uno de los cuales deberá entenderse desde finales de julio. Con nuestro vecino del sur tenemos también múltiples intereses de Estado, al margen de quien sea su presidente. No solamente comercio, turismo, migración, sino seguridad, cooperación y la implementación de muchos puntos de los acuerdos de paz de 1 998 que son muy favorables al Ecuador y que no los hemos aprovechado. Resulta imperativo reunirse con ambos vecinos, no solo con uno…
Conviene viajar a México, país con el cual tenemos no solamente la común preocupación por la migración hacia el norte, sino porque las negociaciones comerciales bilaterales están detenidas y de cuyo éxito depende nuestro ingreso a la Alianza del Pacífico. Hay asuntos relacionados con el asilo que a través de la mutua comprensión, no tienen por qué constituir un óbice para tener una productiva vinculación. Finalmente, no hay que descartar una visita a Argentina con la cual tenemos casi interrumpidas las relaciones. Las diferencias ideológicas no deben separar a los países, Lasso debe hablar con todos. Es el libre juego de la democracia.