¿Pasó el día del libro?, que cada día lo sea. Que no exista un día sin un buen libro para dar sentido a nuestra espera, a nuestra paciencia y a nuestra pena. Ni un día sin un bello poema. (¿Tendremos espacio para ‘El extranjero’, de Baudelaire, que me ronda estos días?).
La búsqueda de sentido prima en el existir, nos demos cuenta de ello o no. Prescindamos o no del significado, todo significa, aun esta prescindencia. Todo lo que el maestro Humberto Toscano nos entregó en su breve vida, nutrida de esfuerzo y de trabajo, que fue tanto, brilla, y brilla el español que él nos enseñó. Vayan algunas palabras cuyos sentidos intentó aclararnos, para que las sintamos vivir, las gocemos y amemos. ¿Cómo, si no, emplearlas bien?
El ‘óbolo de la viuda’, las ‘vacas gordas’ o ‘flacas’, ‘sembrar cizaña’, ‘sepulcros blanqueados’ (¿lo son siempre los otros?), ‘ver la paja en el ojo ajeno’, ‘ser un Judas’, todas son frases de la Biblia. Toscano se refiere también a ‘altruismo’, que hacia 1960 se definía como ‘Esmero y complacencia en el bien ajeno, aun a costa del propio, y por motivos humanos’. Hoy vienen en el DLE estas definiciones de las cuales la segunda, con bello sentido, es ecológica: 1. ‘Diligencia en procurar el bien ajeno aun a costa del propio. 2. Ecol. ‘fenómeno por el que algunos genes o individuos de la misma especie benefician a otros a costa de sí mismos’. ¿Por qué separarlas? La primera pide reflexión: nadie es diligente en procurar algo, sin prever el esfuerzo que su actividad exige; la reflexión supone racionalidad. La segunda surge de la naturaleza de ciertos ‘individuos’, (‘seres animales o vegetales, organizados, respecto de la especie a que pertenecen’). El altruismo es humano cuando para ‘beneficiar a otros a costa de nosotros mismos’ luchamos y nos esforzamos, pero resulta espontáneo en la naturaleza; lo reflexivo es meritorio, lo ‘natural’, no, aunque no por no serlo deja de ser hermoso y válido.
Disiento de mi maestro cuando afirma que “el invento de la palabra ‘altruismo’ no habría merecido la bendición de los lingüistas: es mezcla del francés y del latín. En francés ‘autrui’ significa ‘el otro’, ‘el prójimo’. De ‘autrui’ debía salir autruismo, pero tomó la raíz latina de la palabra francesa y la l de altruismo se debe a ‘alter’ (‘otro’, en latín)”.
Y pues debemos ‘altruismo’ al francés y al latín, va para ustedes el poema del día que anuncié, y se anuda a la perfección con el ‘autrui’ francés: “-¿A quién amas tú, hombre enigmático, di: a tu padre, a tu madre, a tu hermana a tu hermano? –No tengo padre, ni madre, ni hermana, ni hermano. –¿A tus amigos? -Usted se sirve de una palabra cuyo sentido permanece para mí, hasta hoy, desconocido. -¿A tu patria? -Ignoro en qué latitud está situada. – ¿Amas pues, la belleza? -La amaría mil veces, diosa e inmortal… -¿El oro? –Lo odio, como usted odia a Dios. -Entonces ¿qué amas tú, extranjero extraordinario? –¡Amo las nubes…, las nubes que pasan allá, allá… Las maravillosas nubes!