Quedan seis meses de Gobierno, y estrenamos ministro de Finanzas. Richard Martínez dejó reperfilada la deuda con los bonistas y cerrado un acuerdo con el Fondo. La próxima revisión del Fondo se concentrará en los avances del programa hasta septiembre 30, o sea lo que ya se había hecho para cuando se alcanzó el acuerdo, más una mirada de reojo a cómo han marchado las cosas desde entonces.
La tarea central del Ministro Pozo es evitar que el programa se descarrile. Los gobiernos salientes tienden al despilfarro en sus últimos días. Su padre, el recordado Gonzalo, metía goles para el Aucas y la selección, y a Mauricio le toca atajarlos.
La actual es una etapa de bajo perfil, en contraste con las primeras planas que copaba Martínez toreando a tenedores de bonos que embestían y atendiendo las misiones del Fondo. Lo de mayor perfil que le toca a Pozo Crespo es lo que no logró cerrar Martínez: el acuerdo con la banca china, cuyos fondos se necesitan urgentemente pero que los contratos de créditos no se firman aún por la exigencia que le prevendamos todo el petróleo que tenemos para exportar, y más. Habrá que entregarle el crudo que se destina al intercambio por combustibles.
Casa adentro, tiene que apretar a su propio Ministerio y al Banco Central para que produzcan estadísticas más confiables, y a empresas públicas y gobiernos seccionales para que presenten cuentas claras. El programa anterior con el Fondo se cayó cuando la Misión del Fondo se percató que los gobiernos seccionales, que se reportaba tenían excedentes en sus cuentas, en realidad tenían déficit. El programa de ¨monetización¨ de empresas públicas, con que se contaba para financiar el presupuesto, no ha podido avanzar por falta de balances auditados y avalúo de activos. Si en este semestre se logra que las empresas públicas tengan estados financieros transparentes, el próximo gobierno podrá ¨monetizar¨, de querer hacerlo.
A este Gobierno, ahora huérfano de un bloque legislativo disciplinado, no se le pueden exigir leyes controvertidas. La única que le requiere el Fondo es una ley anticorrupción, pero ni esa ley muestra signos de avanzar en la Asamblea. Lo que si se espera es que el Gobierno haga progreso en consensuar proyectos de ley y que los deje listos para que el nuevo gobierno, si los considera procedentes, los envíe a la nueva Asamblea ni bien posesionada: reformas monetaria, laboral, tributaria, y a la seguridad social. Los escándalos de Isspol y Ecuagrán tornan también indispensable la reforma al mercado de valores.
Estas reformas tienen que ver con que el país debe mejorar sustancialmente su marco regulatorio para el funcionamiento de las empresas, y recuperar competitividad pese a tener el salario mínimo más alto entre las ocho principales economías de Latinoamérica.