Lo que cuesta mantener el aparato estatal son ríos de dinero; lo que el Estado se ha llevado de la Seguridad Social son ríos de dinero; lo que se lleva la corrupción, de antes y de ahora, son ríos de dinero. En el mundo correrán ríos de dinero de los estados a las empresas privadas para evitar la quiebra y a los desempleados para que sobrevivan. Esos ríos de dinero saldrán principalmente de las imprentas estatales de billetes y provocarán inflación que pagarán los ciudadanos. Nosotros no tenemos imprenta de billetes por ser un país dolarizado, por eso desespera el Gobierno y busca ríos de dinero en impuestos y en deuda externa.
Los políticos son imaginativos y encuentran mil fórmulas para disfrazar una sola operación: sacarle dinero a los ciudadanos. Cuando tenían imprenta de billetes, que debe estar oxidándose en Sangolquí, imprimían billetes y provocaban inflación. Esta es una manera de hacer valer menos el dinero porque puede comprar menos. Ahora que no pueden imprimir billetes hacen trabajar igual por menor salario. Así han inventado la fórmula para reducir el valor del trabajo porque permite comprar menos.
La buena noticia que nos ha dado esta semana el Presidente es que también el Estado gastará menos. Aunque no nos ha dicho desde cuándo ni el detalle. Aunque tarde, parece que el Gobierno encontró el camino correcto. Reducir embajadas y diplomáticos que las llenaban como premio. Reducir el número de burócratas; ojalá que salgan los pipones y no los buenos funcionarios. Reducir instituciones inútiles como la Secretaría Anticorrupción; Dios quiera que los pipones no sean reubicados. Reducir el número de obras; aunque no se ha sabido que el Gobierno las haga.
Sorprende que en el plan de reducción del gasto estatal no se incluya alguna idea para evitar la corrupción y para recuperar el dinero robado. La ley de extinción de dominio que permite confiscar los bienes de los ladrones quedó en el olvido. En España, a los evasores de impuestos les obligan a devolver el triple de lo evadido o van a la cárcel. Así hacen pagar debidamente los impuestos a las estrellas del cine y la televisión y a las millonarias estrellas del fútbol que no querían pagar.
La pandemia de coronavirus ha dejado a la vista las vergüenzas de los gobiernos. No cuidan la salud, no protegen a los ancianos, no crean riqueza, no garantizan los servicios básicos, no combaten la corrupción. Gastan ríos de dinero en obras faraónicas ideadas por políticos vanidosos. Nuestras plataformas administrativas, ¡qué absurdas ahora que se busca el distanciamiento social! En lugar de una plataforma se hubieran construido 20 oficinas repartidas para que los ciudadanos gasten menos en transporte y eviten aglomeraciones. Ya nos dirán los expertos que ahora no conviene la ciudad vertical sino la ciudad horizontal. El cambio costará ríos de dinero.