La Restauración fue una respuesta nacional contra el horror de Ignacio de Veintenilla. Este personaje quiteño, emparentado con las poderosas familias de los Ascázubi y Villacís, gobernó desde el 8 de septiembre de1876 hasta el 10 de enero de 1883. Ejerció el poder, sucesivamente, como jefe Supremo, presidente Constitucional y jefe Supremo. La primera dama principal fue Marieta, su sobrina, conocida como “La generalita”.
Veintenilla, monstruo cruel y chulla con sal quiteña. Juan Montalvo se exilió para que no lo torturaran y prendió el fuego de la Restauración con sus doce ensayos virulentos – “Las Catilinarias”-, escritos entre 1879 y 1882 en Ipiales (Colombia) y completados e impresos en Panamá: Ignacio de la Cuchilla, mudo, más bruto que racional, alma de puerco, soberbio, iracundo dragón plebeyo, bebedor de café en sangre de puerco, envidioso Caín armado de un hueso, mar muerto de estampa florida perezoso, ladrón, asesino. “Desgraciado del pueblo donde los jóvenes son humildes con el tirano, donde los estudiantes no hacen temblar el mundo. ¡Ecuatorianos, derribadle!”
Veinteimilla se dio un autogolpe de Estado con la complicidad de los municipios de Quito y Guayaquil. Era marzo-abril de 1882. A los noventa días del golpe de Estado, liberales, conservadores ultras y conservadores progresistas se alzaron en armas contra Veintemilla y luego de trece meses de lucha lo sacaron del poder y del Ecuador. Esta epopeya es conocida como la Restauración. Luis Vargas Torres avanzó sobre Esmeraldas; Eloy Alfaro, sobre Manabí; Plácido Caamaño, sobre Machala; Francisco Xavier Alvarado sobre Macará, Zaruma, Loja, Cuenca, Azogues, Alausí, Riobamba y, en Ambato, con José María Sagasti, sobre Quito; Agustín Guerrero, Ezequiel Landázuri y Pedro Lizarzaburu, sobre Ibarra y Tulcán; todos juntos, liberaron a Guayaquil, donde Veintimilla se había acantonado luego de perder Quito, pese al valor de Marieta, la Generalita, que dirigió la resistencia en el centro colonial.
Nos detenemos aquí, Dios mediante y Virus permitente. Planeamos escribir una serie “A la Nación Ecuatoriana”: No al extremismo anarquista. No al fascismo de la ultraderecha. Sí a la integración del país y a la aceptación de su ser pequeño, de su destino grande y justo. Siguiendo el espíritu de la Restauración y pese a que no se cuenta con el liderazgo de Lenin Moreno por un gobierno de unidad nacional, están la sagaz resiliencia de un presidente gravemente enfermo, la solidaridad de los ecuatorianos, la mascarilla contra la pandemia de la corrupción para empujar con fuerza la patria hacia arriba y adelante. “Las sombras de tus héroes gloriosos nos miran, y el valor y el orgullo que inspiran son augurios de triunfos por ti.” (Himno Nacional). El trabajo humilde, duro, honrado de nuestros emigrados en los Estados Unidos, España e Italia nos dice que en las buenas y en las malas valemos mucho, somos bejuco y ango.