¡Oh mi Quito amado!, tu cumpleaños cuatro, ocho, seis va a ser un mucho triste, y no solo “Porque en Quito llueve y no tengo ganas de vivir, corazón”, sino porque la pandemia tiñe a tu Pichincha de sobresalto y negro, Cotopaxi y Casitagua se mueren por viejos y no usar mascarilla. Todo esto no es nada, mi ciudad querida, ya que un hijo putativo del volcán Correa está ya muy cerca de Carondelet y promete al pueblo obrar el milagro de dar a cada mendigo cuatrocientos dólares mensuales por toda la vida e inventarse un dólar virtual que un día esté a diez sucres y al día siguiente a quinientos mil.
El año pasado, desde los balcones, tus lindas quiteñas vieron boquiabiertas cómo te ultrajaban nuestros talibanes, pintaron tu cara con obscenidades, las calles del Centro quedaron sin piedra ancestral, quemaron la Casa de los testimonios del robo continuo de nuestros señores Gobierno y metieron miedo a propios y extraños. Solo les faltó hacer de la Capilla del Robo un Banco Central. Te aguardan, mi Quito de Sol grande y noches estrelladas unos días malos, muy malos.
Ya no hay corridas de toros, porque han sustituido, oh Quito de Espejo y Mejía, la arena sagrada por robos en los hospitales, saqueos de enfermos, asaltos continuos a nuestros ahorros del IESS y a los policías que cuidan el orden, que cuidan la vida les han dejado “Con todito el maiz afuera”, expuestos a morirse de hambre cuando se jubilen. Todo esto ha pasado durante el reinado del Gran Socialismo del Siglo Veintiuno.
Miremos, “Romántico Quito mío, poblado todo en canciones” a la patria de Bolívar, quien no mismo te llegó a querer, pero sí quiso a Manuela. Qué país maravilloso con vista al Mar Caribe, con las más grandes reservas de oro negro del mundo entero, con los llanos llenos de ganado, con minerales valiosos y con doñas bárbaras y reinas de belleza del mundo global. Tan solo en veinte años de coronel Hugo Chávez y doctor Maduro, Venezuela exporta a sus hijos más capaces vestidos de hambre y de sed y a sus presos más feroces a meter miedo y matar.
“Oh ciudad española en el Ande, / Oh ciudad que el incario soñó” si eso le pasó a Venezuela, ¿qué nos pasará a nosotros de rosas, bananos, cacao, camarón y quinua si llega a triunfar el gran soñador? Quiteños de las Alcabalas y del Diez 10 de Agosto, de los Cuatro Días y los Forajidos no habrá más remedio que jugarse la vida por el bien de todos.
En el día de hoy, empero, bailemos marido y mujer, abuela y abuelo, hermana y hermano, amantes de todo fervor, color, condición. Cantemos “Yo soy el chullita quiteño, / me paso la vida encerrado, / para mí todo es pequeño, / bajo este cielo alambrado”.
Que se nos vienen las elecciones más importantes de la historia patria. A pensar con cabeza fría y memoria del pasado, pues desde las antenas del Rucu Pichincha nos están mirando Santa Mariana de Jesús Paredes y Flores, el Gran Ausente y la Mama Lucha.