El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, está profundamente perturbado. No se halla. Su revés en las elecciones del pasado 3 de noviembre le ha causado tanto impacto que, en lugar de aceptar la realidad y terminar su mandato de manera decorosa, un sentimiento de frustración, desdén y revancha motivan buena parte de sus últimas decisiones.
Hasta el día de hoy no reconoce su derrota. Apoyado por fiscales estatales y miembros de su partido en el Congreso, Trump ha intentado invalidar los resultados en los estados de Texas, Georgia, Michigan, Pensilvania y Wisconsin.
A menos de un mes de dejar el cargo, el presidente Trump ha otorgado cerca de 20 indultos a personas condenadas por la justicia. Entre ellas se hallan varias personas que estuvieron directa e indirectamente relacionadas en el caso de la “Trama rusa” o “Rusiagate”. Escándalo relacionado con la injerencia de Rusia en las elecciones presidenciales del 2016, lo cual le sirvió para consolidar su victoria.
Como si fuera poco, Trump no ha querido facilitar el proceso de transición del poder, el cual generalmente arranca una vez que se conocen los resultados oficiales de las elecciones. El flamante presidente, Joe Biden, se ha quejado ante los medios de comunicación de que Donald Trump ha torpedeado y obstruido este proceso, lo cual debe hacerse a la brevedad posible entre los equipos de trabajo de la administración saliente con la entrante.
La ira y profunda molestia de Trump por su fracaso le ha llevado a dejar de lado temas fundamentales de la administración del Estado. Hace pocas semanas Estados Unidos fue objeto de un masivo ciberataque al corazón de sus sistemas de información nacional. Los sistemas de seguridad de varias agencias estatales fueron vulnerados. No se sabe con seguridad cual fue el nivel de afectación pero, ante a ello, la reacción de Trump fue nula.No se diga lo que debía hacer durante las últimas semanas para frenar el embate de la covid-19. EE.UU. es el país con mayor número de contagios y muertes a nivel mundial. De acuerdo a datos de la Universidad Johns Hopkins, tiene cerca de 19 millones de contagiados y 330 mil fallecidos por el virus. Trump, junto a Bolsonaro y López Obrador, se negó desde un inicio a reconocer el peligro de la covid-19, se opuso al uso generalizado de mascarillas y, en consecuencia, ha sido uno de los gobernantes que peor ha gestionado esta crisis.
Si la gestión de la economía por parte de Trump hasta antes de la pandemia pudo ser su mayor logro, esto se ha convertido también en un revés al final de su administración. Con el afán de complicar al nuevo presidente Biden, dilató y bloqueó el ambicioso plan de reactivación económica de 900 mil millones para familias y empresas.
Los grandes líderes saben que no siempre pueden ganar. Las derrotas, en lugar de empequeñecer, engrandecen, siempre y cuando se aprenda de las mismas. Eso no ha sucedido con Trump. Sus actuaciones develan lo que es en realidad.