¿Quién se acuerda de los “Panama papers”? No es que tengamos frágil memoria. Más bien ocurre que las historias de corrupción se sobreponen unas a otras como los estratos geológicos Habría que hacer un gran corte vertical para tener el panorama completo. Pues a los paraísos terrenales (no a aquel primer paraíso que Dios nos entregó como casa común) me voy a referir.
Para comenzar, hay que hablar de la integración financiera, que ha reducido de forma alarmante la capacidad de los estados para legislar y cuidar del bien común. ¿Por qué será que las grandes, grandísimas, empresas tecnológicas del mundo valen más que el PIB de muchos estados? La verdad es que el dinero camina más aprisa que los ordenamientos jurídicos, que los entes de control y que la misma policía. No es de extrañar que las multinacionales aprovechen la existencia de paraísos fiscales para declarar en los mismos una parte de sus beneficios y así pagar menos impuestos. En este sentido, el informe de OXFAM Internacional “The Missing Profits of Nations” (Los beneficios perdidos de las naciones) resulta revelador. Sostiene que en el año 2015 las grandes empresas internacionales se llevaron a paraísos fiscales unos 600.000 millones de dólares. ¿A dónde? Siempre citamos a los países pequeños (Samoa Americana, Guam, Bahamas, Bermudas o Panamá. La lista es bastante grande, sin olvidar a Suiza, Luxemburgo y los EE.UU., pequeños y grandes, todos revueltos.
Voces de alarma y declaraciones no faltan. Cuando a alguno de nuestros corruptos se le ve el plumero, detenido y enjuiciado, lo primero que nos preguntamos es dónde está el dinero. El corruptillo lo mete en el falso techo, pero el señor corrupto se lo lleva al paraíso. Si algo queda claro después de las penosas experiencias vividas también entre nosotros, es la necesidad de medidas de control, de juicios justos y rápidos pero, sobre todo, de que los malos de esta película devuelvan el dinero sustraído. Entre lo robado, defraudado y sacado del país, ¿se dan cuenta la cantidad de servicios sociales que se podrían haber financiado? Resulta preocupante que la financiación de tales servicios se vea menoscabada por el juego sucio de personas corruptas y de países receptores de un dinero inmoral. Son países que socavan la equidad y el derecho que todos los ciudadanos tienen a vivir con dignidad. Los paraísos fiscales son una grieta que, cada día, socava la convivencia de los hombres y de los pueblos.
Frente a semejante realidad, muchos nos vemos pequeños e incapaces. Pero, frente a estos paraísos que nos roban, los Estados y la Comunidad Internacional tendrían que reaccionar con fuerza y con claridad. Con frecuencia, da la sensación de que la ONU es un florero plantado en Nueva York y muchos se preguntan para qué sirve… Sin duda que la eliminación de los paraísos fiscales sería una tarea digna del organismo internacional.