Liberalismo ético

En los actores socio-políticos carentes de solvencia académica, identificados con extremos del espectro ideológico, se aprecia una tendencia a abreviar el alcance del vocablo “liberalismo” en su ascendente económico. Dejan de acreditar que este como pensamiento filosófico va mucho más lejos, y es que su trascendencia en la realización de la persona es de infinita mayor importancia que ponderarlo como teoría de liberalización mercantilista.

Empleamos el término “liberalismo ético” para representar, sustentada en la filosofía kantiana, aquella doctrina donde la dignidad y autonomía del individuo priman por sobre toda otra consideración argumentativa de la naturaleza humana. Hablar de liberalismo es rechazar la intromisión de cualquier componente ajeno a la conciencia del hombre, solo limitada por “su” razón y respeto a “la” razón del prójimo. Tal miramiento conforma un elemento ético, que por cierto no se da en términos moralistas influenciados, entre otros, por factores religiosos, ideológicos o culturales, que son castrantes del libre albedrío, propios de mentes tercas.

Partimos de la noción misma de “libertad”. No de una libertad anterior a la persona, mas de emancipación ontológica identificada en solitario con el derecho humano básico que ella integra.
Disertar sobre liberalismo ético no es subjetividad teórica, sino objetividad pragmática.

En un artículo de prensa que nos compartiera el buen amigo don Fernando Panesso, quien fuera ilustre embajador colombiano ante Carondelet, C. D. Lasa (Doctor en Filosofía de la Universidad Católica de Córdoba) comenta sobre una “dictadura cultural”, que dice es el progreso “hacia a la nada”. Citando al filósofo francés M. Onfray, sostiene que ella busca destruir la libertad, abolir la verdad, suprimir la historia, negar la naturaleza y propagar el odio.
Consideramos que el/un liberalismo ético es la alternativa lógica a ese absolutismo. Y lo es en tanto en su más pura expresión moral, se sustenta en el “pensamiento… crítico”, que para Lasa es el llamado a vencer al despotismo cultural. El filósofo francés afirma que el propósito de esta dictadura modernizadora es “construir seres vacíos y chatos, estériles y privados de profundidad, totalmente compatibles con el proyecto post-humano”.

La realidad en cita constituye esencia propia de una sociedad inhumana y deshumanizante, producto de un liberalismo mercantilista en que el ser humano no es objetivo pero simple medio al fin pretendido.

La doctrina equipara el liberalismo – ético– con uno “consecuente”, que a su vez equivale a la “universalización” del pensamiento socio-político y cultural. Seamos contestatarios de todo aquello que resquebraje nuestra libertad y derecho a realizarnos como seres humanos orgullosos, miembros de una sociedad contraria al servilismo degradante pregonado por el materialismo vergonzoso.

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