Aunque existan pretensiones, como ocurriera en octubre pasado, cualquier intento golpista no tendrá cabida en el Ecuador, ni asidero en FF.AA. ni respaldo internacional. Sin embargo, a propósito del coronavirus, el país necesita también una buena fumigación y limpieza de las instituciones, especialmente de los rezagos del correísmo. Accionar a tiempo y no reaccionar a destiempo. No faltan sectores externos que pretenderían el caos y la desestabilización, aprovechándose de este momento difícil. Hay un personaje que está desesperado por la primera sentencia que recibiera por uno de tantos actos de corrupción en el gobierno anterior y con ello, de llegarse a ejecutoriar, quedaría sepultado políticamente.
En medio de la tragedia nacional que se vive, con la economía y producción paralizadas, una profunda crisis de salud por el covid-19, una grave situación social y a lo que se ha sumado una enorme corrupción que se ha destapado (que es un hecho que debe ser sancionado, a diferencia del anterior régimen correísta que todo tapó y defendió a los corruptos), no se puede permitir que pesquen a río revuelto y traten de aprovecharse de esta endeble democracia.
No se puede tolerar los actos de corrupción actuales y por ello la tarea valiente de la Fiscal debe ser valorada y respaldada y tienen que acompañarle la justicia y los organismos de control para descubrir y terminar con la impunidad. Pero de allí a contribuir a la pretensión de generar el desorden no es correcto. Hay que decirles no a los presuntos golpistas. A FF.AA., institución respetable, se le debe dejar en paz, que cumpla su tarea profesional, que fortalezca la disciplina y depure sus filas. En las instituciones también se necesita una fumigación. El caos y la desestabilización que buscaron en octubre pasado, protagonizados por el correísmo aliado al sector indígena y grupos extremistas, no puede repetirse.
La cúpula militar y sus miembros están dedicados hoy a ayudar frente a la pandemia. En FF.AA. no se va a permitir cualquier pretensión soterrada e injerencia externa. Más aún cuando fue la institución más golpeada por el prófugo en Bélgica, que dividió a tropa y oficiales, quiso alinearle con la revolución ciudadana pero la institución logró resistir, aunque el daño, división y secuelas quedaron. Dejó en soletas el sistema de seguridad social. La mal llamada Ley de Fortalecimiento de los Regímenes Especiales de FF.AA. y Policía, que impuso el correísmo, dividió al sistema y le dejó en una crisis profunda.
Por ello no se puede entender que, aunque subsistan activos ex colaboradores del prófugo, alguien pueda pensar a favor de quien intentara destruir a la institución. Desde el sector gubernamental, rectifiquen el manejo civil de la Inteligencia; no sigan cometiendo errores con personas inexpertas.