“Una voz / una coz / en el alma” cantó el poeta Efraín Jara Idrovo al recibir la noticia de la muerte de un amigo, de un amigazo. Una coz en el alma sentiría el presidente Lenin Moreno al denunciar la procaz viveza de aquellos ladrones que haciéndose pasar por discapacitados, gracias a un carné comprado con alevosía, importan automóviles de lujo. ¡Miserables! Hay un doce por ciento de personas con discapacidad en Ecuador. ¿Cuántos de estos tendrán el famoso carné? Y si lo tienen, habrá un buen porcentaje de cojos y paralíticos sin dinero para comprarse una silla de ruedas que alivie “día a día / la sequedad de huesos / del desierto” de sus vidas.
Nuestra patria, tampoco, tiene carné de incapacidad. El presidente Rafael Correa contrató a unos sicarios españoles para que rompieran los tobillos del país con el puntapié de que “El Ecuador es un Estado constitucional de derechos y justicia social, democrático.” (ART. 1 Constitución 2008). Esto implica alejarse por completo del Estado de Derecho que consta en toda la tradición constitucional del Ecuador y en las constituciones o cartas políticas de los estados democráticos y republicanos del mundo.
En un Estado de Derecho, la Ley es el instrumento indispensable para guiar y regir la conducta de los gobernantes, de las instituciones y de los ciudadanos. El Derecho o conjunto de leyes o marco jurídico es la base y el límite de la actividad en esta forma de Estado y de Gobierno. Surgió, en efecto, como oposición al absolutismo personal. El Estado de Derecho está regido por la Racionalidad Jurídica que se expresa en el Principio de Legalidad, conforme al cual, todo ejercicio del poder público debe ceñirse al imperio de la Ley; no, a la voluntad de las personas.
Me soplaron que el Estado de Derechos somete el Derecho a los Derechos. Así, la Racionalidad Jurídica queda rota y el Principio de Legalidad resulta fracturado. El Estado de Derechos al reemplazar la Ley por políticas públicas nacidas de las circunstancias de tiempo y lugar y calidad de las personas, apela a la doctrina de los Derechos Humanos y so pretexto de aplicarla, abusa de ella y termina con frecuencia por ponerla al servicio del delito. Lo vemos cada día. Ha llegado, triunfal y pandémica, la discrecionalidad judicial y administrativa y con ella, la corrupción. Y viene la sabatina, la propaganda de que quien vela por los Derechos Humanos es el dueño del Estado de Derechos. Le robaron, amigo, a usted, la titularidad de tales derechos. ¿Adónde han ido? A Carondelet.
Ya llegará triunfante la Teoría General del Estado, el totalitarismo. ¡Bienvenido, señor Chávez! Ecuatorianos: Aún estamos a tiempo para deshacernos de la Constitución del 2008.
“Ay amigo/ amigazo / del alma / es porque nos exhalamos con conciencia / que nuestros días sobre la tierra / son una desasosegante oscilación entre la piedra y el ala”. 2008-2020: ¡Carnés y autos de Lujo!