Sumergidos en la vorágine de una campaña electoral confusa y con muchos candidatos y más demagogia que la acostumbrada, no atinamos a descifrar el día a día y peor a vislumbrar lo que será el 2021 sobre el que caminamos en plan zombi.
No sabemos si como efecto de los feriados o de la mera indisciplina y falta de distancia personal en los días de aglomeraciones forzadas o inconscientes, todo parece indicar que vivimos un rebrote delicado.
La pandemia no se va, no se fue, y no se marchará por algún tiempo. Lejos quedaron las primeras semanas de esperanza a la que nos aferramos como a un clavo ardiendo. Si bien nos dicen que la vacuna ya está llegando se siente distante y será escasa.
Si los datos oficiales establecen 50 000 dosis iniciales y 30 000 más, es cuestión de cálculos para saber que apenas una ínfima porción de la población la recibirá.
Quedan las dudas de las prioridades. Se debate si deben ser los trabajadores de la salud – médicos, enfermeros, camilleros, etc.- los primeros inoculados. Otros dicen que los ancianatos. Hay quienes presumen que podría ser cruel que se ensaye en los adultos mayores para ver su reacción.
Lo cierto es que las 80 000 dosis del Ecuador son muy limitadas. Honduras anuncia 9 millones de dosis. Surgen preguntas: ¿si las autoridades hablan de las gestiones y reservas desde hace tanto tiempo, no es magra la cantidad asegurada hasta hoy?
¿Por qué recién viajan en un periplo de emergencia al que inclusive se iba a sumar el Presidente para hablar con los laboratorios? ¿Hacía falta la gestión presencial o se podía haber hablado oficialmente hace meses por teléfono, zoom o email?
Preguntas que merecen respuestas serias y ciertas por parte de las autoridades.
¿ Cuánto tiempo pasará antes de que un porcentaje suficiente de la población ecuatoriana reciba la vacuna?
¿Cómo se va a garantizar el cumplimiento cabal de las cadenas de frío para que los efectos no se pierdan? ¿Quién va a manipular la vacuna y con qué tipo de cuidados?
Mientras, la ola de contagios llena varias camas de hospitales y las cifras ya muestran Unidades de Cuidados Intensivos en el límite. La autoridad de control advierte, trata de restringir pero la gente no hace caso por negligencia, o urgencia de trabajar.
La verdad es que la foto de Europa con Alemania, Francia, España, Italia y Reino Unido en confinamiento no conmueve por acá, muchos acaso piensan que se trata de otro planeta. Un primer mundo en crisis.
Con poca expectativa por el número de vacunas y la mínima cantidad de pruebas covid, el cargo les quedó gigante a muchas autoridades, en especial, cantonales, que no atinan ni a dirigir el tránsito, trazar una ordenada y coherente circulación, que ofrecen un Metro que tardará más de otro año.
Mientras, el desempleo cunde. El discurso de algunos aspirantes a Carondelet da vergüenza. Hay que elegir bien, a gente preparada, con experiencia y honradez. No más a mentirosos amigos de mafiosos .