Supongamos por un momento que no hay proyecto de Ley de Defensa de la Dolarización y que todo sigue como hasta ahora. Eso significa que el Banco Central del Ecuador sigue haciendo lo que dice el Ejecutivo y que cualquier gobierno (léase Andrés Arauz, Guillermo Lasso o cualquiera que venga en el futuro) seguirá controlando el Banco Central, como ha ocurrido desde el 2008 hasta la fecha.
Para saber si es positiva o no esta dependencia del Banco Central del Ejecutivo hay que ver los resultados, para lo cual es necesario saber qué hace un Banco Central en una economía dolarizada como la nuestra.
Y la verdad es que el Banco Central no hace mucho, ya que no puede emitir moneda, que es una de las principales funciones de cualquier Banco Central en el mundo. Sin embargo, sí puede regular la liquidez o las tasas de interés, además de hacer estudios técnicos y llevar estadísticas sobre el ingreso y salida de dólares de la economía.
Pero pongamos un poco más de atención a lo primero: el Banco Central no puede emitir moneda en una economía dolarizada. La razón es obvia, pero vale la pena recalcar que desde el año 2000, cuando el Ecuador se dolarizó, desaparecieron los sucres y los ciudadanos recibieron dólares.
Esa es la regla de oro en dolarización. Una persona natural o una empresa que haya depositado sus recursos en una institución financiera tiene el derecho a recibir dólares cuando decida retirar su dinero.
Pues bien. Eso no está garantizado, básicamente porque el Gobierno anterior empezó a empapelar al Banco Central, es decir, lo llenó de bonos, acciones y otros papeles. Por eso, si todos quisieran retirar sus dólares en este momento, no alcanza. Unas personas recibirán dólares reales y otros ‘ecuadólares’, un término que se viene utilizando para reflejar que las reservas del Banco Central no son suficientes para cubrir los depósitos que el sistema financiero y otras entidades públicas y privadas tienen en el Central.
En otros países con moneda propia, cuando el Gobierno quiere inyectar liquidez en el mercado emite bonos, cuya tasa de interés es fijada por la oferta y demanda. En este caso, los compradores de esos papeles entregan dólares y reciben papeles.
Para el Banco Central, esta operación significa una expansión de su balance. Por un lado, tiene más papeles y, por otro, más depósitos del Gobierno. Con el tiempo, el Gobierno paga esos bonos, retira la liquidez del mercado y reduce el balance. Si el Gobierno no paga esa deuda, el Central puede equilibrar su balance emitiendo dinero y generando inflación, como ya ocurrió en el país en la época del sucre.
Pero en Ecuador no se puede emitir dinero. Lo que ha ocurrido, básicamente desde el 2015, es que Finanzas ha obligado al Banco Central a recibir papeles que se han pagado con más papeles. El resultado de esta política es que las reservas del Central no cubren todas sus obligaciones. Esto recién se alcanzaría en el año 2026, siempre y cuando haya correctivos. Para poner un freno a los ‘ecuadólares’ se necesita una reforma legal.