El gran desdolarizador
La dolarización es un sistema monetario muy resistente. En el caso ecuatoriano, sobrevivió hasta a los instintos destructivos del anterior gobierno. Pero la dolarización no es indestructible; sólo es cuestión de conseguirse al gobernante adecuado para acabar con ella. Y esto debería ser una advertencia de lo importante que es cuidar al sistema que tanta estabilidad nos ha dado.
El momento en que el Ecuador se dolarizó, al Banco Central (BCE) le faltaron unos USD 400 millones para cubrir todos sus pasivos y deudas potenciales. Pero durante el gobierno de Correa se obligó al BCE a prestar plata a otros bancos y al mismísimo gobierno, por lo que ese “hueco” (que en enero 2000 eran 400 millones), ahora está acercándose a los USD 7.000 millones.
Afortunadamente el sistema resultó tan resistente que a pesar de ese saqueo, ha logrado sobrevivir y continúa siendo un ancla de estabilidad.
Pero en un país lejano, Zimbabue, un sangriento tirano fue tan destructivo que logró desdolarizar su país. Robert Mugabe, que gobernó desde 1980 hasta 2017, además de ser el culpable de varios miles de muertes y del hambre de millones de sus compatriotas, también tiene el “honor” de ser la única persona que ha logrado desdolarizar un país en pleno siglo XXI.
Mugabe siempre manejó mal la economía. En el año 2008 su gestión fue tan desastrosa que Zimbabue impuso el récord mundial en inflación, superando tanto a los peruanos como a los bolivianos (ese récord les fue arrebatado a los zimbabuenses, hace un par de años, por los venezolanos).
Para salir de esa hiperinflación, al gobierno del país africano se le ocurrió dolarizar la economía, algo que le devolvió la estabilidad y permitió algunos años de crecimiento. Pero los instintos destructivos de Mugabe superaron la capacidad de resistencia del sistema.
Hacia el 2015, ante una escasez de circulante, su gobierno tuvo la genial idea crear dinero electrónico emitido por el Banco Central de Zimbabue, lo cual en cuestión de pocos meses erosionó la confianza en el sistema y llevó al país, nuevamente, a una hiperinflación. El dólar norteamericano dejó de usarse en las transacciones oficiales y hoy es la divisa del mercado negro.
Mugabe fue derrocado en 2017 y murió hace dos semanas. Hoy, con seguridad, está en el infierno y no por su mala política económica, sino por sus violaciones a los derechos humanos. El nuevo gobierno zimbabuense está agravando la crisis al introducir más restricciones al uso de monedas extranjeras, una estrategia a la que no se le puede augurar ningún éxito.
Por ahora, la historia de Zimbabue debe quedarnos como una advertencia de que un sistema tan robusto, con un poquito más de mala fe y de cinismo, puede destruirse.