Señor Contralor, le cuento que desde comienzos del mes de agosto del año 2017, unas cuatrocientas casas de los sectores uno y cuatro de la populosa ciudadela de Solanda al sur occidente de Quito empezaron a rajarse, asentarse y hundirse y continúan deteriorándose hasta la fecha. Nunca antes había sucedido fenómeno semejante ni siquiera en los sismos de 1987 y de 2016.
Para los afectados, la causa de los hundimientos era el vacío que dejaba el agua succionada del subsuelo de Solanda al abrir el túnel para el Metro. En efecto, sacaron agua de dos pozos diferentes, durante diecisiete meses consecutivos, todos los días, a lo largo de veinticuatro horas.
Usaron bombas extractoras y mangueras de cuatro pulgadas de diámetro. Por consiguiente, quedaron dos cavernas vacías, una enorme, otra más pequeña bajo los sectores uno y cuatro de la ciudadela Solanda. El suelo fue cediendo, se cuartearon cuatrocientas casas, algunas de ellas se volvieron inhabitables, y sus dueños y sus arrendatarios tuvieron que salir para evitar el peligro de ser aplastados.
Sin embargo, como es una falacia aceptar el dicho: “Si después de esto, viene eso; entonces, la causa de eso es esto», el Municipio Metropolitano en su infinita sabiduría firmó un convenio con la Escuela Politécnica Nacional y con la Pontificia Universidad del Ecuador para que personal técnico de las dos instituciones estudiaran los hundimientos en Solanda. Se firmó en julio 2018 y se entregó el informe en octubre 2018. Con pesar de la Municipalidad, el informe dio la razón a los afectados. Y entonces llovió y granizó en Solanda: desde el alto cielo de la Alcaldía cayó a comprobarlo todo el señor Mauricio Rodas, y desde las nubes medias del cielo municipal bajaron a ver y a constatar y hasta echar la culpa a los solandeños.
Solanda sigue hundiéndose y sus hijos van encaneciendo y, congelados en el refrigerador de la patria se conservan intactos e incorruptos los artículos 30, 37, 66 y 215 de la Constitución que defienden al pueblo de daños y perjuicios causados por aquellos que fueron elegidos para que hagan algo por dar felicidad a sus electores.
La defensora el Pueblo recibió las quejas de los moradores en contra del Municipio y guardó un sagrado silencio digno y solemne porque entre funcionarios reinan la solidaridad y un amor mutuo y melcochoso.
¿Dónde andarán los estudios previos sobre el suelo blando, pantanoso, y lagunoso de los sectores indicados de Solanda? No hubo, ciertamente, estudios de vibración. ¿Dónde andará la plata ahorrada?
Moradores de Solanda no se crucen los brazos ni se resignen. Si ustedes no luchan por sus derechos, quién los va a ayudar. ¿El Chapulín Colorado? Vayan a la Justicia, insistan. Y como estamos en una época amoral y una vez que hubieren puesto todos los medios legales, será legítimo luchar contra la tiranía del poder y el cinismo con el pueblo. Ustedes son ciento veinte mil leones.