La inflexión para revertir el caos que vivimos exige que quien aspire a ser presidente deba estar preparado para conducirnos hacia un país justo, una democracia justa, con menos desigualdades. Un candidato serio debe demostrar que está apto para ser Jefe de Estado, con trayectoria correcta, que en su vida haya resuelto acertadamente problemas importantes y goce de un prestigio auténtico, para no fracasar como los improvisados que suben al poder y no saben qué hacer con él, que no sea lo que les conviene a ciertos grupos de presión que logran todo con presidentes incompetentes y débiles. Debe tener una personalidad reconocida para enfrentar a los corruptos y codiciosos quieren enriquecerse a costa del Estado y ser obedecido en base a su credibilidad y persuasión democrática.
Ahora más que nunca debe saber cómo va enfrentar la recesión económica que afecta al comercio, transporte, turismo, construcción, que dejará sin empleo a medio millón de ecuatorianos y una pobreza extrema en límites insoportables.
Los electores pensantes querrán conocer cómo va a insertar al Ecuador dolarizado en el mundo internacional, dejando de lado la sumisión cantonal para organizar un verdadero país, con identidad seria y ordenada y alcanzar el llamado “grado de inversión” que le permita contraer nueva deuda a intereses bajos y plazos factibles de cumplir, que tanto va a necesitar para su pronta recuperación.
Debe tener la sapiencia suficiente para convencer a los 17 millones de ecuatorianos sobre la utilidad de sus políticas públicas en aras del interés común, como por ejemplo para implantar un proceso inteligente de eliminación total de los subsidios perniciosos y focalizarlos mediante el uso de tecnologías para entregar ayudas en dinero a los que verdaderamente sufren una economía de miseria y tener la autoridad suficiente para que ahora los dueños del dinero que han lucrado durante 40 años de la renta petrolera y acumulado activos importantes paguen un impuesto al patrimonio partiendo de una base imponible elevada, de modo que el 90% de la población no sea afectado.
El elector informado necesita saber cómo va a lograr que ciertos grupos monopólicos u oligopólicos acepten una fiscalidad justa para que termine inmediatamente con la evasión tributaria y con la morosidad en el IESS.
Pero también hay que hablar sobre una rápida recuperación con el capital físico disponible, que no está destruido y con los trabajadores que no han perdido sus destrezas, porque no hemos sufrido una guerra. Debemos volcar todos nuestros esfuerzos para exportar más productos a más países como acertadamente siguen haciendo las empresas camaroneras, atuneras, bananeras, florícolas y aumentar las producciones minera y petrolera, para sostener la dolarización a base de productividad y no solo bajando salarios.
Este es el tamaño del compromiso de un candidato responsable que el pueblo pensante sabrá valorar. Pero admito que todo esto es un sueño… para mantener la esperanza…