En el año 2000 y durante décadas, Quito tenía en Zámbiza un botadero de basura. Allá llegaban centenares de toneladas diarias que se amontonaban y no recibían el tratamiento técnico que requiere la disposición de los residuos sólidos. La administración presidida por el Alcalde Paco Moncayo realizó los estudios y puso en funcionamiento el relleno sanitario en el sector de El Inga, al oriente de Quito. Fue un proceso largo y complejo, porque a más de que nadie quiere que la disposición de la basura esté cerca de su casa o terreno, gente inescrupulosa, fingiendo representación de las comunidades aledañas, chantajeaba y aprovechaba en su beneficio personal y económico la urgencia que tenía la Municipalidad de solucionar un problema vital que se desbordaba.
Vencidas las dificultades, las reales y las fabricadas, la Municipalidad contrató con Corpcsys, empresa de la Dirección de Industrias del Ejército, la construcción y manejo del relleno sanitario. Mil incidentes dificultaron el éxito de esa operación y el Concejo la encargó a la Fundación Natura, la más representativa ONG ambiental, que responsablemente asumió la operación. Se estableció un mecanismo para el tratamiento de los lixiviados que se producen a diario por el que se acudiría al mecanismo establecido en el Protocolo de Kyoto, aprovechando recursos que el mundo destina a la compra de bonos ambientales, con lo que se abarata la operación y se asegura su eficacia técnica. El cambio de administración municipal originó no solo la terminación del contrato con la Fundación Natura, sino su desaparición, que siempre lamentará la ciudadanía. Y, lo más grave, que se creara una empresa municipal para operar el relleno sanitario. Natura operaba con 10 personas y ahora la empresa municipal Emgirs tiene centenares de empleados. Los lixiviados se han acumulado con riesgo inminente de que se desborden y contaminen las aguas de la zona y a diario se quejan las autoridades de que los terrenos ya no son suficientes.
En el acta de liquidación del contrato con Corpcys se estableció que los terrenos que tenía esa empresa pasaban a poder de la municipalidad. Nunca se ha hecho el traspaso de la propiedad. Ahí están casi 13 hectáreas para ampliar la operación. No lo hicieron las dos últimas administraciones municipales e igual sigue sin resolverse después de más de diez años.
La disposición de los desechos sólidos es uno de los asuntos más importantes de la ciudad. Es un tema de salud pública. Debe tratarse con eficiencia y transparencia. Es evidente que la operación directa es un fracaso. Para complicar más las cosas, existe un estudio que recomienda la fusión de Emgirs con Emaseo, que recoge la basura. Unir dos empresas ineficientes, con exceso de personal y excesos en la contratación colectiva, sería como contagiar a un canceroso con sida. El Alcalde, que como médico sabe que eso es mortal, no debe permitirlo.